Capítulo 15

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— ¡Mamá! Ya voy a empezar con la práctica. ¿Por qué se tardaron? —dice Adam cuando me ve aparecer en el campo—. La tía y Jeremy ya estaban por llamar a la policía —me informa. Luego mira a Alex que se acerca a él—. Alex... Tengo miedo.

— ¿Miedo? ¿De qué? —pregunta Alex poniéndose en cuclillas para estar a la altura de mi pequeño.

— De no ser bueno como los otros niños. Los he visto hace un rato y son muy buenos —dice bajando su mirada. Alex despeina su cabello.

— ¿En serio, Adam? ¿Es en serio? Tú eres el mejor. No debes compararte con los otros niños, ellos ya tuvieron varias clases. Es tu primera clase y pareces un profesional —Adam vuelve lo observa esperanzado y Alex le sonríe—. Ahora ve allí. Quiero ver cómo te luces, campeón.

Adam choca su palma con la de Alex y corre hacia el grupo de chicos. Alex va tras él, para hablar con el entrenador. Me siento en la tribuna con Tris.

— Hola muñeca —me saluda Tris cuando me ve—. Marie fue con Jeremy a comprar un helado —me informa—. Y... Cuéntame —dice golpeando mi hombro para llamar mi atención. Volteo a mirarla con el ceño fruncido.

— ¿Qué? —pregunto. Sube y baja sus cejas—. No sé de qué me hablas —le digo, volviendo mi vista hacia mi niño.

— Vamos. ¿Por qué tardaron tanto? —pregunta divertida.

Pongo mis ojos en blanco.

— Porque se explotó un neumático. Tuvimos que colocar un repuesto. Bueno, Alex tuvo que colorar el repuesto.

Me mira cruzándose de brazos.

— Eso es pan comido, Meg. Ustedes tardaron más.

"¡Dile! Es tu mejor amiga". ¡Estás loca! ¡Ella gritará cuando se lo cuente! "Eso no interesa. Los mejores amigos se cuentan todo".

— De acuerdo... Estuvimos a punto de hacerlo —comento avergonzada. Me mira asombrada—. ¡Dime algo por Dios! —le digo frustrada y cuando reacciona, sonríe de costado.

— Es increíble, simplemente increíble. ¡Sabía que ustedes no durarían ni un segundo! ¡Lo sabía!

Vuelvo a poner los ojos en blanco.

¡Está completamente loca! "¡Te lo dije! Es tu amiga. A ti sola se te ocurre ser amiga de locos"

— ¡Espera! —dice con el ceño fruncido—. ¿Cómo que casi? —pregunta.

Suspiro.

— Un policía que pasaba por allí vio un auto sospechosamente estacionado y se acercó. Al asomarse por la ventanilla se encontró a nosotros —comento mirando mis manos. Suelta una carcajada sonora—. No te rías... Con Alex nos levantamos de golpe y tuvimos que marcharnos o nos pondrían una multa —sigue riendo. Esta vez se rodea su estómago con sus brazos. Puedo ver cómo se le caen lágrimas debido a la risa. Luego de dos minutos de carcajadas, suspira a falta de aire.

— ¡Una multa! —grita divertida secándose las lágrimas.

— ¡Chist! ¿Quieres que se enteren todos? —pregunto furiosa. Niega con la cabeza y sigue riendo—. ¡Es imposible hablar contigo! —exclamo fastidiada. Seca las lágrimas que no dejan de caer y luego vuelve a suspirar.

— Lo siento, es que es muy gracioso, Meg. Y tú lo sabes —comenta divertida. Niego la cabeza sonriendo al recordar la escena—. Creo que estoy odiando a ese policía. Aunque en cierta forma, tienen que agradecerle porque si él no aparecía, ustedes dos se iban a matar. ¡Es cierto, Meg! —dice. La ignoro y me dedico a ver a mi hijo—. Y te aviso una cosa... —volteo a mirarla—. Tu hijo está a la derecha no a la izquierda. A la izquierda está Alex —me dice divertida. Suelto una risa sarcástica y luego la fulmino con la mirada—. Te estás volviendo loca por Alex, otra vez —canturrea pero luego se queda en silencio al ver aparecer

Doblemente ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora