Rise of the Guardians
Lia P.O.V
-Espero que los yetis te hallan tratado bien- dijo Santa Claus sonriendo con sinceridad, me levanté del suelo y lo mire con una sonrisa sarcastica.
-Me trataron de maravilla, deberían incluir el viaje en bolsa en el folleto turístico- dije levantandome del suelo y acomodando mi vestimenta arrugada por la caída.
-¿Sabes que haces aquí, Malia?- preguntó el y yo puse una mano debajo de mi barbilla.
-A ver dejame recordar, viaje en bolsa, caída en un lugar que desconozco... no, creo que me saltee la parte de la explicación- dije encogiendome de hombros.
-Me caes bien- me dijo el conejo y yo lo mire atentamente, para luego darme cuenta de quien tenía en frente.
-¿El conejo de pascua? Pareces una versión animal de Rambo- dije a lo que escuché una risa que se me hacia muy conocida.
-¿JACK FROST?- pregunté y el me miró con una sonrisa, yo le devolví la sonrisa pero con un movimiento de mano hice que se elevara en el aire.
-¿QUE HACES?- preguntó el desgraciado hijo de... Pitch.
-Todos los malditos años congelas mis ventiscas y lagos, conviertes mis lluvias en nieve y congelas mis árboles y plantas. Esto es algo así como mi venganza- hice que se chocara contra la pared y lo encerre en un montón de enredaderas.
-Definitivamente me caes bien- dijo el conejo riendose de Jack, a lo que yo lo acompañe burlandome del albino.
-Hola, soy el hada de los dientes, pero me dicen Tooth. Me han dicho que tienes los dientes más blancos de todos, incluso más que los de Jack Frost, ¿puedo verlos?- abrí la boca para hablar pero ella creyó que le estaba permitiendo revisar mis dientes y de manera inmediata abrió mas mi boca para ver mis molares -Son incluso más blancos que los de Jack! Dime, ¿como te los cuidas?¿Los tienes desde que eras guardiana o de antes?¿Puedo sacartelos y guardarlos en mi colección?
-Tooth, dedos fuera de la boca- advirtió Santa Claus y Tooth se alejó disculpandose -Me he olvidado de presentarme, yo soy Norte, el es Conejo- señalo al conejo con complejo de La Roca-, el es Sandman- señaló a un hombre bajito y al parecer compuesto por arena- y a Jack y a Tooth creo que ya los conoces- asentí con la cabeza mirando de reojo a Jack Frost, que forcejeaba con las enredaderas.
-Ni lo intentes, estan bien ajustadas con el rencor de 300 siglos que llevo de conocerte, Jack Frost- advertí y el bufó cansado, aunque pude ver un atisbo de sonrisa en su rostro.
-El punto es- dijo Norte llamando mi atención -Que el hombre de la luna te ha elegido para ser una guardiana- dijo esto con una sonrisa de oreja a oreja, por lo que los duendes comenzaron a tocar trompetas y comenzaron a rodearme junto con los yetis. Mire a mi alrededor, esto no era lo que yo quería, moví mi mano haciendo que todos los duendes cayeran, pero no lo hice con tanta fuerza para matarlos claramente.
-¿Por que es toda esta celebración?¿Acaso creen que yo quiero ser guardiana? Porque si eso es lo que piensan estan equivocados- dije dando media vuelta e intentando irme, pero Jack Frost, que no se en que momento fue liberado, me alcanzó y me tomó del antebrazo.
-Se que no quieres ser una guardiana, yo tampoco quería serlo al principio, pero en serio es algo increíble. Poder cuidar a los niños y que ademas crean en tí, es algo mas satisfactorio de lo que imaginas- luego de oír sus palabras, miré al globo terráqueo situado en medio de la sala, contemplé cada luz que simbolizaba un niño que creía y cerré los ojos por un momento.
-Esta bien, acepto- el sonrió y yo arqueé una ceja -Pero por los niños, no porque me hayas convencido- el río y yo volví a acercarme a Norte. El iba a decir algo para que los duendes volvieran a tocar pero yo lo frené.
-¿Podemos saltearnos esta parte? Creo que me quede sin el timpano izquierdo la primera vez- Norte bufó y un yeti le trajo un libro. Supongo que aquí es donde me hago guardiana de manera definitiva.
Conejo se había ido a pintar huevos, Norte estaba haciendo juguetes aunque faltaran varios meses para navidad, Tooth estaba juntando dientes de manera personal y Sandman estaba llevando los sueños a las cabezas de los niños ya que con el tiempo ya se había hecho de noche. Yo por mi parte, me había quedado en el taller, observando el globo, con Jack a mi lado.
Aunque esto ultimo no fuera de mi total agrado.
-¿Que miras?- preguntó por fin, ya sabía que el estaba ansiando preguntarlo desde que se quedó haciendome compañía.
-Cada luz, cada niño que cree- dije y Jack giró su vista al globo -Cada niño que cree y prefiere quedarse en su casa jugando algún videojuego que salir a jugar al aire libre. Por eso me esfuerzo en cuidar la flora, en hacer que cada pequeño arrollo siga vivo, en crear ventiscas que ayuden a barrenar un barrilete o que cree olas para los niños que van a la playa. Estan perdiendo la costumbre de salir a jugar con sus amigos aunque sea al patio de su casa, y yo siento que me rompe por dentro- giré a verlo para darme cuenta de que el me estaba mirando, las pocas luces que emitía el globo alumbraban levemente su rostro, que reflejaba una sonrisa.
-Tendrías que ver cuanto se divierten con un día nevado. Ellos salen a jugar con sus amigos y se divierten, lo hacen fuera de sus casas y me hace sentirme lleno- dijo el sonriendo, a lo que yo lo hice de igual manera.
-Aún así creo que un día con sol es mejor que un día nevado- dije con arrogancia a lo que el frunció el ceño.
-Claro que no- aseguró el y yo arqueé una ceja divertida.
-Mañana lo veremos.
-Esta bien, admito que un día nevado puede ser divertido- dije acostandome sobre el tejado de una casa, Jack se acostó a mi lado y sonrió.
-Y yo admito que un día soleado puede ser divertido- dijo el y yo sonreí igual que el. Giré a verlo para darme cuenta de que el me estaba viendo, comenzó a acortar los centímetros de distancia entre nuestros rostros, y yo no hize nada para impedirlo. ¿Que me has hecho, Jack Frost?. Justo cuando nuestros labios se estaban rozando, ansiando poder unirse, una voz masculina habló.
-¿Jack Frost?- el susto hizo que me resbalara del techo y terminara en el suelo nevado, con mi trasero siendo congelado y con un chico mirando atentamente al guardián.
-¿Jamie?- preguntó Jack y el chico, que aparentaba unos 17 años, asintió emocionado con la cabeza -¡JAMIE!- repitió emocionado y saltando del techo para abrazar al joven.
-Jack, veo que no has cambiado nada- Jack rió y caí en la cuenta de algo en lo que no había prestado atención desde que me caí del techo. El no podía verme.
No me afecta tanto en realidad, convivo con esto todos los días.
Ellos se quedaron hablando hasta que se hizo de noche y Jamie se tuvo que ir. En el momento en que el chico entró, Jack se giró en mi dirección.
-¿En que estabamos?- preguntó el con una sonrisa pícara, yo fruncí el ceño haciendome la desentendida.
-No lo se, creo que nos estabamos por ir- dije pero el no hizo caso a mi claro intento de evadir el tema. Se acercó a mi y colocó ambas manos sobre mi cintura, acortando los centímetros que se encontraban entre nosotros de manera lenta, por lo que cuando nuestros labios se estaban rozando pusé mis manos en su nuca atrayendolo y besandolo con desesperación, aunque pude notar que el sonrió. Sonreí yo tambien y el beso pasó de uno necesitado a uno tierno, que me derretía por dentro.
Dios, si hubiera sabido que besa así desde el principio le hubiera pedido a Manny que me convirtiera en guardiana hace varios años.