The Walking Dead
Caminaba arrastrando los pies por la carretera, atenta a cualquier movimiento, con una mano en el mango de mi machete y otra en el cargador de mi pistola. Escuché el ruido de un motor, giré mi cabeza y ví un camión de bomberos, por lo que en un movimiento rápido rodé hacia un costado de la carretera, logrando que la camioneta no me pisara. Luego de recorrer un par de metros, el camión frenó, por lo que rápidamente corrí escondiendome detras de este. Escuché la puerta abrirse y alguien caminando, por lo que saqué mi machete y apunté hacia la goma del auto, sacando con mi mano izquierda el arma de su estuche y apuntando al hombre que acababa de aparecerse por la esquina.
-Oye niña, ¿que crees que haces?- dijo al tiempo que me apuntaba con un rifle, a lo que sonreí.
-Sabes, si todavía hubiera una sociedad que juzgara tus acciones, ahora mismo estarías condenado a la infortuna por apuntarle con un arma a una niña- el rió y bajo el arma, a lo que yo le saqué el seguro a la mía y el volvió a apuntarme.
-Cuidado con lo que haces, niña- dijo a lo que reí.
-Supongo que no te importa la condena social. Bien, a mi tampoco- dije sonriendo.
-Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo en el que ninguno de los dos salga herido- dijo con precaución, acercandose a mi, o al menos intentandolo, porque cuando avanzó un paso, presioné con más fuerza la punta del machete a la rueda.
-¿Crees que sería malo tener una goma pinchada cuando faltan al menos 1.300 kilometros hasta la próxima estación de servicio?- pregunté inclinando la cabeza, fingiendo inocencia y logrando que el pelirrojo en frente mío frunciera aún más el ceño.
-¿Estás sola?- preguntó y yo sonreí.
-Creo que no estas en condiciones de hacer las preguntas
-Creo que tu tampoco. Te dispararía antes de lo que podrías cortar esa rueda- reí y el frunció el ceño.
-Veo que aún después de sobrevivir casi 2 años sola la gente sigue subestimandome- el aflojó el agarre, quizá por compasión, por lo que aproveché y giré para apoyarme al otro costado del camión, corriendo hacia la puerta y abriendola. Me subí al asiento del piloto y prendí el motor, pisando el acelerador pero sin lograr mi cometido al sentir el cañón de un arma pegado a mi sien.
-Ni lo intentes- susurró una voz áspera en mi oído, por lo que tragué saliva y levanté las manos, en señal de rendición.
-¿Que podría intentar yo, una pobre niña indefensa?- la puerta del conductor se abrió y mostró al hombre pelirrojo.
-Y me hablabas de subestimarte- bufé y miré al hombre barbudo a mi lado.
-Puedes dejar el arma, me iré
-Oh, no irás a ningún lado- dijo el pelirrojo -Eres hábil, nos sirves
-No logré robarles el coche
-Pero casi- contestó el castaño que me apuntaba con el arma -Te haremos unas preguntas y decidiremos si puedes ser parte del grupo- asentí y el quito el arma de mi sien.
-Lanzalas
-¿Cuántos caminantes has matado?- me preguntó a lo que alcé una ceja.
-¿Con esa pregunta evalúas a la gente? Es, en realidad, bastante estúpida. ¿Sabes que podría mentirte, no?- me miró serio.
-Pero no lo harás si quieres quedarte- bufé e intenté hacer memoria, fallando.
-No lo se, demasiados para ser contados- dije negando con la cabeza, a lo que el asintió.