44. Carl Grimes

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The walking dead

Hace 4 meses que vivía en Alexandria, donde daba clases de supervivencia.

Si, con 15 años. Cuestioname.

Hace un par de semanas había llegado un grupo que, a mi parecer, tenía más idea de como sobrevivir que todos dentro de la pequeña ciudad. Sin incluirme a mi, obviamente, soy genial.

-Elisa!- me llamó Enid, a lo que yo giré la cabeza bruscamente en su dirección -Vengo llamandote hace 5 minutos, ¿en que pensabas?

-En lo genial que soy. Que necesitas?- pregunté a lo que ella rodó los ojos y me pegó suavemente en el hombro.

-Vamos afuera- dijo con una sonrisa, consiguiendo que la mirara reprendiendola -Hace mucho que no vamos, por favor- dijo juntando sus palmas y colocandolas frente a su rostro, por lo que rodé los ojos cerrando el libro.

-Esta bien, pero rápido, tengo que dar una clase a las 6- dije colocandome las botas y envainando el machete.

-Gracias! Eres la mejor amiga- dijo mientras le extendía su cuchillo y tomaba mi katana para meterla en el estuche a mi espalda. Yo salí primero por la ventana y me subí al techo, seguida por Enid. Una vez arriba, saltamos al techo del vecino, y así por todos los techos hasta que llegamos a uno que estaba al lado de la gran barrera que mantenía a los muertos a raya, por lo que saltamos al otro lado. Ella cayó de pie, quedando adolorida por la caída, mientras que yo me tiré de cabeza y caí dando una vuelta sobre mi propio cuerpo. Cuando me levanté y sacudí la tierra de mis jeans, Enid me miraba con una ceja alzada.

-Siempre debes dramatizar todo?- preguntó mientras caminaba hasta llegar a su lado, con una sonrisa victoriosa.

-Alguna tenía que ser la drama queen del grupo, sabes?- dije a lo que ambas reímos. Nos miramos y contamos hasta tres, antes de salir corriendo en dirección al bosque, para internarnos y librarnos del agobio de estar adentro de ese estúpido intento de pueblo.

Omnisciente

Mientras Enid y Elisa corrían gozando la libertad, un joven curioso las seguía unos metros atras, quizás para delatarlas con su padre o quizás porque estaba aburrido y las chicas eran el único entretenimiento que tendría esa tarde.

Sin malpensar, adefecios infernales.

Elisa notó que alguien las seguía, más que nada porque no era de lo más sigiloso, haciendo ruido al pisar las hojas secas por la época del año. La pelirroja miró a Enid, haciendole entender que debían subir a un árbol, orden que la castaña entendió rápidamente. Ambas chicas subieron a diferentes árboles y se ocultaron, esperando que quien las seguía apareciera en su rango de visión. Minutos después, el joven llegó a donde las chicas habían "desaparecido".

-Vaya, mira quien ha aparecido- dijo Elisa, llamando la atención del ojiazul, que miró en todas direcciones buscando a la dueña de la voz.

-¿Por qué nos sigues?- preguntó Enid desde el árbol en frente de Elisa, por lo que Carl se rindió y dejó de mirar en todas direcciones.

-¿Que hacen fuera de Alexandria?- preguntó confundido, frunciendo el ceño.

-Lo mismo podríamos preguntarte, pero no lo estamos haciendo. En cambio, te preguntamos ¿que haces siguiendonos?- dijo con decisión Elisa, al tiempo que se dejaba caer del árbol y se dejaba ver ante el chico, que relajó el ceño al verla caer.

-Ah, solo eres tú- dijo y Enid salió de su escondite.

-¿Solo yo? Ten cuidado con tus palabras, Grimes, podrías morir aquí- Carl frunció el ceño mientras Enid se colocaba a un lado de Elisa.

-Mi padre se enteraría- las mujeres se miraron entre ellas y echaron a reír.

-Parecería un accidente- comenzó Elisa acercándose al chico -Todos saben que nos escapamos, tenemos una coartada- continuó mientras caminaba alrededor de Carl, que tenía una mano en el cargador de su pistola -Se desarrolaría la teoría de que quisiste seguirnos, pero te perdiste. Es, en realidad un bosque demasiado grande- un sudor frío recorría la espalda del muchacho, que mantení la mirada al frente, nervioso -Y tu padre sabe que a partir de las 72 horas empiezas a buscar un cadáver, que es lo que estaría buscando todo el tiempo. Sin saberlo, claramente- finalizó volviendo a su lugar original, contenta de haber puesto al joven nervioso. Chocó las palmas con Enid y ambas sonrieron.

-No serías capaz- Elisa levantó una ceja.

-Pruébame- al decir eso, empezaron a oír gruñidos, por lo que miró a Enid, que asintiendo con la cabeza escaló un árbol, por lo que la pelirroja se escondió en el tronco de ese mismo árbol. Vió como Carl buscaba un escondite, clavando luego de un rato la mirada en Elisa y corriendo para esconderse junto con ella.

-Me das más motivos para pasar mi linda katana por tu cuello, Grimes- susurró mientras los caminantes pasaban a unos metros de ellos. Luego de un rato en silencio, Carl se inclinó hacia ella.

-Es su mundo ahora- le susurró, quedandose más tiempo de lo debido cerca de la pelirroja, ella frunciendo el ceño se acercó a su oído.

-Nunca fue nuestro. El término no se debe a nada más que la obsesión del ser humano de adueñarse de las cosas y ponerles etiqueta- aclaró, separandose lentamente, quedando a pocos centímetros del chico, que puso sus manos en la cintura de Elisa. Ella se tomó la libertad de tomar la nuca de Carl entre sus manos, acercandoló a ella, haciendo que lo único que los separaba fueran milímetros, que el chico hizo desaparecer uniéndolos en un beso. Justo cuando Elisa empezaba a arrepentirse, Enid los interrumpió, logrando que la pelirroja se separara bruscamente y saliera del tronco.

-Ya se fueron?- preguntó Elisa mientras Carl salía del tronco pareciendo un tomate. Enid miró a su amiga dándole a entender que hablarían cuando llegaran de vuelta a Alexandria -Caminen rápido, todavía tengo una clase que dar- dijo caminando apurada, con Enid y Carl pisandole los talones.

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