Adiós

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-Bien, ya estamos todos. Granger, te irás con Ronald a una casita en la playa que os hemos comprado. Draco, tú a otra, pero en dos playas diferentes.

-Y... ¿Eso por qué?

-Es vuestro castigo. Estaréis en esa casa, sin veros, ni comunicaros. Todas vuestras cartas serán revisadas. Volveréis aquí en unos meses, para nuestra boda. Id haciendo las maletas.

Dicho esto, Molly se retiró.

La señora Greengrass tiró de su marido para que hablaran a solas, gesto que no se le pasó a la señora Malfoy, que los siguió, ya que no se fiaba.

[…]

-Escucha, Molly Weasley no es así, no se comporta como es. Ella es una mujer amable, entregada a sus hijos y a todo niño que se le acerque.

-Ellos no son niños. Tienen veinte años. -Respondió el señor Greengrass a su mujer.

-¿Crees que eso le preocupa a ella? Sigue viendo en su hijo al pequeño Weasley que temía no quedar en Gryffindor y que era muy celoso con su hermanita. Y en Hermione sigue viendo a esa niña sabelotodo que intentaba que todas las criaturas tuvieran el mismo derecho. Que necesitaba comprensión y el cariño de una madre que comprendiera la magia. Que solo quería amigos leales, que estaba enamorada sin saberlo del pelirrojo. ¿Y dónde encontró esa madre? En la señora Weasley. No lo entiendes, pero el amor de una madre, no es compatible con hechizos. Además, la chica es muy lista. La he oído sospechar. ¿Que pasaría si averiguara que lo que piensa es cierto?

-¡Cállate, desagradecida! Si supieran cuál es tú historia no andarías hablando de esto. ¿Acaso no te importa nuestra hija?

-Ass me importa más que a ti. Pero solo digo que deberías hacer algo para que no se note que le has lanzado la maldición Imperius a Arthur y a su esposa.

-Lo haré, pero no vuelvas nunca a intentar corregirme nunca, ¿entiendes? Oh, cariño. Si ellos supieran...

-Llevas amenazándome con lo mismo desde hace mucho. Y yo ahora y siempre seré la señora Greengrass. -Dijo ella, sin mirarle.

-Si, si lo eres. Y lo serás, tampoco quiero rumores sobre mí. Pero... ¿Que pasaría si contase tu historia? Te salvé, te salvé de una muerte segura. Naciste en una familia rica, perfecta, pero muggle. Pero desde pequeñita sabías practicar la magia oscura. En una rabieta mataste a tu padre, aún sin tener varita. Tu madre quedó embarazada, y ese bebé ocuparía su atención... Que penita que sufriese un aborto sin que nadie lo supiera, ¿verdad? Lo mejor llegó cuando mataste a tu mamá así porque si... Entonces tus tíos magos te adoptaron. Y, finalmente, traicionaste a aquel que te cuidaba...¿Y si alguien lo descubriera?

-No era yo. Si lo hubiese sido, explícame por qué nunca hice daño a las personas que llamé padres. Y por qué no recuerdo nada. Y por qué temían que también fuese muggle. Te conté todo. Mi tío me había poseído. Él siempre creyó que era una maga porque mi padre sí lo era. Cosa que descubrió después de la boda con mi verdadera madre, hermana de mi tío. Pero mi padre siempre dijo que no permitiría que sus hijos conocieran la magia con una amenaza como un niño mago que apuntaba maderas para la magia oscura. Mi padre era vidente, sabía que el señor tenebroso se convertiría en lo que fue. Y que yo sería mortífago, obligada por la persona a la que amaría. Pero mi tío lo mató poseyéndome antes de que profetizara más. Algo cómo que me enamoraría de alguien noble, con ideales justos, que me creería y comprendería, pero que se convertiría en una persona detestable, odiosa, asquerosa, que no es capaz de mirar por su propia hija. Que prefiere separar dos amores verdaderos a que su niña, la más pequeña, no se case con un chico al que no quiere pero que tiene fama y dinero. Yo no me enamoré del señor Greengrass. Yo me enamoré del joven Greengrass, justo, bueno. Leal. -La mujer sabía lo que le esperaba, ya que cuando su marido pronunció la palabra crucio levantó la cabeza. Solamente cerró los ojos, pero no gritó. Una sola lágrima cayó de sus ojos, lo que hizo que Narcissa se horrorizara, preguntándose cuantas veces habrá tenido que soportar esa maldición de parte de su esposo. Pero vió como sonreía y susurraba ya sabes mi historia. El adiós de hoy es inevitable, pero no permita que sea el último adiós para el amor más puro e imposible que ha existido. Extrañamente, eso solamente lo oyó la señora Malfoy, quizás, porque la señora Greengrass sabía que estaba escuchando, quizas, porque lo hizo por una comunicación no verbal, que es posible tras la angustia que solo se produce cuando el instinto maternal sufre... Solo... Quizás.

[…]

Estaban en la estación. Hermione abrazada fuertemente a Rose, que se quedaría con los Malfoy. 

Después de despedirse, la castaña tomó un camino y el rubio otro, ella de la mano de Molly, él, de la de Lucius.

La señora Weasley, al parecer, la había apuntado a un concurso muggle, sobre un show. Era para descubrir un nuevo y talentoso cantante, para que se entrenara y no pensara en Draco. (Ocurrencia de la señora Greengrass)

Tanto ella como él irían a su trabajo teletransportándose.

Antes de que tomaran los dos trenes, que salían a la misma hora, Hermione corrió, lo mismo que Draco, abrazándose fuertemente y con un beso apasionado. Mientras los separaban, el rubio la guiñó un ojo y la enseñó el móvil que ella le había regalado y obligado a aprender usar. Ella señaló el suyo y sonrió.

Y... Así comenzaría una de las tantas etapas de su vida, los dos con el mismo deseo de que, cuando volvieran a verse cambiaran las cosas.

Hermosa traición [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora