Grayson
Aparco frente a la casa de Grace. ¿Estará o no estará? No lo sé, pero si no arriesgas, no ganas. He vivido a base de dichos toda mi vida, gracias a mi madre, así que... Ay no, me volvieron las ansias.
Apreto el volante con más fuerza de la necesaria y hago respiraciones para calmar mi ser. La fuerza de voluntad se está yendo de a poco. Miro una vez más a la casa blanca y me auto-apoyo.
—Bien Grayson, tú puedes. Eres el mejor chico que alguna vez pudiste haber sido —observo mi rostro a través del espejo retrovisor, checando que mi cabello se encuentre en su lugar y practicando mi sonrisa más amigable y servicial. Suspiro una vez más y abro la puerta del coche. La cierro tras de mí y emprendo mi camino hacia el hogar de Grace.
Ahora que veo bien, las casas de ésta calle son enormes. No es como si donde yo vivo sea pequeño, porque no lo es a pesar de que somos solo tres —papá, mamá y yo—, pero a comparación, tienen unos metros cuadrados extra a las de mi vecindario.
Veo movimiento en la casa de al lado y me siento observado. Tres pares de ojos azules son los encargados de ponerme los nervios a flor de piel. Tan blancos como la nieve y el cabello negro como la propia noche. Sonríen con complicidad y se acercan saltando la cerca no tan alta que divide ambas residencias (u otras de otras en general).
— ¡Hola!
Uno de los dos chicos, el menor entre ambos —o eso creo—, es quien saluda con un tono notablemente dramatizado. El mayor golpea mi hombro con tanta fuerza que me atrevería a decir que casi me disloca el brazo.
— ¿Tú eres Cody? ¿O Ryan? ¡No, espera! Recuerdo que Sean y Taylor dijeron que solo uno de su nuevo grupo es rubio. Hola, Grayson. Soy Shane.
El tipo sonríe con tanta malicia como la del gato del vecino cuando llegó a mi habitación a desordenar todo. La única mujer entre los tres toma la palabra.
—Yo soy Sabrina, y el pequeño a tu lado es Sam. Somos los primos de Tay y hermanos del apestoso Sean. Es un gusto conocerte al fin.
—Pensé que tendrías más cara de crío por como te describió ese par. ¿Es verdad que te ríes de todo? Porque de ser así, nos llevaremos muy bien, chico.
—No le hagas caso a Shane, tiene complejo de retrasado mental. Ambos hablaron de ti como si se conocieran de años. Bueno, más bien fue Sean el que habló más, pero eso tú ya lo deberías saber.
No sé si sentirme halagado o nervioso porque su presencia me sienta rara. El chico Sam se encamina hasta la puerta de la casa de las que ya se me quitaron las ganas de ir. Esto fue una mala idea después de todo.
— ¿Quién es? -se escucha desde adentro la voz de Grace.
— ¡Yo! —grita Sam.
— ¡Hay muchos yos en el mundo! —gritan de vuelta. Si no estuviera en una situación un tanto incómoda, probablemente me estaría riendo. Oh cielos, en serio me río mucho.
Shane hace también su recorrido hacia la vivienda.
— ¿¡Cuántos yos conoces que tengan la voz tan aguda como la de un niño de ocho años!?
— ¡Ey!
Sabrina —¿o era Sobrina?— carcajea silenciosamente a mi lado, quitando el embrollo que causó la aparición que causaron los tres hermanos. La entrada de la residencia es abierta, dejando a la vista a una bella muchacha de ojos azules con la que tanto he tenido problemas internos últimamente.
— ¿Qué pasa?
Rayos.
Grace

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Grace & Grayson
Подростковая литератураGrace era tímida. Grayson le hablaba a todo el mundo. Grace pasaba desapercibida. Grayson llamaba la atención. Grace tenía dinero. Su padre era empresario y su madre psicóloga. Grayson también tenía dinero. Su padre era un buen arquitecto y su mad...