Grace
Es la segunda vez que me ocurre algo como esto. Y es que el problema no es que hayan muchas personas, porque no las hay, sino que todas esas personas trajeron consigo alcohol. Y cigarrillos. Y me atrevería a decir que otro tipo de drogas. ¿Es que mis tíos no aprendieron la lección la última vez? No, parece que no, porque ellos siguen confiando en sus dos hijos, aun siendo Sean un irresponsable que cumple años.
Pobre de él, tiene que esperar hasta finales de agosto para cumplir un año más de vida, yo con suerte espero hasta julio.
— ¡Vamos! No seas aguafiestas, diviértete un rato, mira que por ahí anda tu hombre —le lanzo una mirada a mi primo de reproche y aburrimiento—. Oh, no primita, no lo niegues porque sé te gusta Grayson.
—No me gusta —cierto. ¿O quizás...?—Buh, como tú digas —bebe un poco de su lata y me sonríe con malicia—, hablando del rey de Roma...
— ¡Sean! ¡Felices dieciocho! —el chico rubio sale de entre la gente con una sonrisa de oreja a oreja, poniendo un brazo en los hombros de mi primo y revolviéndole el cabello. Sean se mantiene en esa posición hasta que, disimuladamente (o eso supone él), se va acercando hasta donde yo estoy—. ¡Grace! ¡Hola!
Sólo sentí un poquito de olor a alcohol, sólo un poco.
—Hola —dije incómoda. Nunca fui alguien de muchas palabras. Sin embargo, Grayson se queda ahí aun siendo que mi primo logró zafarse de su abrazo varonil y de que se fuera como si nada, dejándonos a nosotros dos.
Fue el lunes el día en que me besó la mejilla. Dios, por poco caigo y me doy contra el piso. Un pequeño dolor se instaló en mi panza justo después del pequeño rato de vergüenza luego del contacto de sus labios sobre mi rostro. Cuando entré a la casa, me apoyé en la puerta y sonreí como nunca, y grité. Grité como una niña al comprarle una barbie. Y, claramente, mis padres llegaron y vieron a su hija única chillando.
El martes no fueron más que pequeñas miradas por mi parte, aunque sentía los ojos del chico sobre mí la mayoría del tiempo, y vamos, tener alguien viéndote es algo muy, bastante, raro. Y no sólo a la hora del almuerzo, sino también en Historia... Y tenemos esa asignatura todos los días, menos los viernes.
Bravo, me salí del tema.
Grayson ahora tenía las manos en sus bolsillos mientras yo estaba entretenida en ver mis uñas. Sí, ni siquiera andaba las uñas largas, o pintadas, o sucias, pero aún así las apreciaba como si fueran lo más bonito del mundo en un gesto de inconformidad con el momento.
—Grace —en seguida levanté la cabeza, su cara estaba con un dejo de tristeza—. ¿Siempre será así?
Lo miré confundida. ¿Así cómo? ¿A qué se refería? No tenía la respuesta a ninguna de las preguntas que vinieron como un remolino en mi cabeza. Simplemente no le hallaba sentido a su cuestión.
— ¿Qué? —fue lo único que logró salir de mi boca.
Grayson
— ¿Qué? —ella tenía la cara arrugada, y un gran sentimiento de ternura invadió mi ser. Aun con el ceño fruncido y la expresión de confusión seguía viéndose muy linda.
Inhalo fuertemente y luego dejo salir el aire almacenado en mis pulmones. Hablé:
—Me refiero a que si tú... Ya sabes... Y-yo —me arrepentí de decirle eso. Gruñí como un camino viable para quitar la desesperación que de repente había acumulado en mi sistema.
¿Qué tan difícil es preguntarle si le atraigo?
Duro. Difícil. Complicado y todos los sinónimos existentes a algo con un arduo trabajo. Quizás no era tan enmarañado como en mi cabeza se planteó el problema, a lo mejor era muy fácil preguntar «¿Te gusto?». Pero para mí no.
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Grace & Grayson
أدب المراهقينGrace era tímida. Grayson le hablaba a todo el mundo. Grace pasaba desapercibida. Grayson llamaba la atención. Grace tenía dinero. Su padre era empresario y su madre psicóloga. Grayson también tenía dinero. Su padre era un buen arquitecto y su mad...