No podía dormir. Simplemente no lograba cerrar los ojos y tener un sueño cualquiera, de lo que hoy aconteció o algo que vaya a pasar. Mi teléfono estaba en la mesita al lado de la cama amablemente prestada. Se escuchaba a lo lejos el tic tac del reloj, ronquidos, grillos y sonidos de otros animales. Lejos de eso era total silencio. Hasta que la puerta del cuarto se abrió con lentitud. Forcé mis ojos y los cerré intentando parecer dormido.
Los pasos sigilosos me tentaban a abrirlos. Sin embargo, no fue sólo eso.
—Rubio, ¿estás dormido? —susurros. Creo que ya saben de quién se trata.
—Sí —dije bromeando.
— ¿Cuál es la razón de tu desvelo esta noche de diciembre? —preguntó. Sus ojos tenían un brillo especial, mi cama estaba pegada a la ventana.
—Bueno, estoy en una vivienda muy diferente a la mía. Y tú acabas de llegar —contesté ante su duda.
—Me estás diciendo que yo no te dejo conciliar el sueño, bien. Me tomaré eso como un cumplido.
—Lo es, algunas veces no te saco de mi cabeza y no logro descansar.
—Como sea.
Se ha sonrojado, lo haces genial Cooper.
— ¿Qué te trae por acá? —doy vuelta hacia mi derecha. La pobre muchacha está arrodillada mientras hablamos. También procuro que nadie esté despierto.
—Me preguntaba si querías ir a dar un paseo.
— ¿Qué! ¿Estás loca! —me tapa la boca.
—No grites.
Aparto sus manos de mis labios, ella ríe. —No estoy gritando.
—Entonces no susurres alto.
—No lo estoy haciendo, pero de todos modos, no. No voy a salir a la una de la madrugada por ahí, nos van a atrapar y adiós a agradarle a tu familia.
—No se darán cuenta. Mel y Sabrina me están ayudando. Tampoco son la una, es media noche. Aquí la gente se empieza a levantar a las cinco.
¿Un paseo a mitad de la noche con la chica de la cual estás terriblemente enamorado? ¿Decir que no a eso?
Posiblemente me meteré en problemas. Posiblemente nadie se dé cuenta de nuestra ausencia. Posiblemente después la mayoría aquí me odie, pero, ¿qué importa?
Me levanté de la cama. Sólo llevo una camiseta sin mangas y un short. Tengo que cuidarme, no iba a dormir en bóxer en casa ajena. Hace frío, en estos lares es muy helado. Y me di cuenta que debía llevar un suéter cuando le vi uno a Grace.
Salimos del dormitorio y posteriormente de la enorme casa. Estaba muy helado afuera. Dos de los tantos perros que hay aquí nos empezaron a perseguir, traté de pensar que nos estaban protegiendo o algo de ese estilo aunque era difícil viendo al más viejo —supongo— con esa altura aterradora. Grace ya iba bastante adelante mío sin previo aviso. Hay que dejar de ser tan temeroso. Trotando alcancé a la chica.
— ¿Dónde estamos yendo exactamente? — al menos quería saber dónde era mi posible lugar de muerte.
—Ya vas a ver. Tranquilízate, por el amor de Dios.
—No menciones a Dios en esto — yo no iba a ocultar mi miedo. Estoy asustado, mucho.
No me respondió nada aparte de una risita. Estaba actuando como un niño chiquito que le teme a la oscuridad pero ella ya me había visto en mi peor situación, no tengo nada que ocultarle.
Seguimos caminando durante unos siete minutos más y los perros aún nos seguían. Agradecí inmensamente al cielo por eso. Sin embargo la chica no hablaba y por un momento imaginé aquella película en la que la protagonista mata al protagonista en un bosque porque ella estaba mal de la cabeza. ¿Es malo que eso se me haya venido a la mente? Porque creo que sí.
Otro largo tiempo después Grace se detuvo, habíamos llegado a una especie de lago donde había un banco grande. Ella se sentó y yo la seguí. Así estuvimos durante un buen rato, callados y yo viendo a los perros que estaban cómodos en el pasto.
—Mis primos y yo descubrimos este lugar hace muchos años. Lo raro fue que ya estaba este banco —mencionó de un momento a otro—. Pensamos que antes aquí había vivido otra familia y pues pusieron ahí ese bando, se lo contamos a los abuelos y ellos con risas nos contaron que cuando vinieron aquí, a la abuela le encantó este lugar por la naturaleza y la paz que se siente
—me vio de reojo—, no como tú, que tiemblas de miedo.Auch.
—Discúlpame si siento angustia porque de repente una loca llega a despertarme a mitad de la noche preguntando si quería que saliéramos a dar un paseo —sarcasmo puro y vivo. Le di con mi rodilla a la suya. Ella lo devolvió fuerte hacia mi hombro.
Doblemente auch.
—Pensé que no dormías porque pensabas en mí —cierto—, y porque parece que no te gusta dormir en otro lugar ajeno a tu hogar.
—Bueno, es la verdad —dije. Un perro se levantó y se volvió a acostar, esta vez cerca de la chica. Hasta los perros la adoran, y cómo no—. Sígueme contando de este lugar.
Suspiró y prosiguió: —Mi abuela amaba este lugar, así que mi abuelo compró un hermoso banco marrón, por ella. Desde ese momento se convirtió en el escondite especial de su amor. Con el tiempo dejaron de venir porque tenían quehaceres, tuvieron a mis tíos y mi papá, se encargaron de la finca y, siendo honesta, por la edad —carcajeó un poco—. Luego este lugar fue nuestro sitio de juegos pero al final ya casi nunca venimos hasta aquí, es lejísimo.
—Es una buena historia —la miré a los ojos.
Bien. Eran ya quizás la una de la madrugada, un día de diciembre, me estaba casi muriendo de frío y a mi lado estaba Grace Russo. Mi padre me había dado su consejo, Ryan también e internet me dio muchos; mas en ese justo momento no pensaba en otra cosa que en lo bella que la ojiazul es. Tenía todo a mi favor, nos conocimos hace algún tiempo y hemos convivido mucho. Conoce mi estado feliz, enojado, triste, sarcástico, vulnerable, orgulloso. Le he hablado de temas de los cuales nunca pensé mencionar a una persona aparte de Ryan. Conoce a mi familia. Sabe de mis problemas y yo sé de los suyos. También tengo hermosura.
Ahora o nunca.
Inhalé y exhalé como tres veces. Estaba armado de valor y no quería flaquear en este momento. La miré fijamente a los ojos, sus lindos ojos. Volví a inhalar y exhalar y hablé.
—Hemos pasado unos agradables meses. Siento conocerte bien y siento que me conoces bien. Sé que a lo mejor no he sido la mejor persona del mundo y mucho menos soy perfecto, aunque casi, pero nadie lo es. Mas tú me has demostrado que puedo darme una oportunidad queriendo a alguien más allá de la amistad y hacer las cosas finalmente bien —inhalé y exhalé por última vez. Agarré sus manos—. Grace, ¿quisieras empezar una relación conmigo?
A'm bipk
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Grace & Grayson
Fiksi RemajaGrace era tímida. Grayson le hablaba a todo el mundo. Grace pasaba desapercibida. Grayson llamaba la atención. Grace tenía dinero. Su padre era empresario y su madre psicóloga. Grayson también tenía dinero. Su padre era un buen arquitecto y su mad...