Grace
Luego de mi aclaración, el lindo rubio pareció quitarse un peso de encima. Literalmente después de afirmar mi atracción hacia él, lo vi más relajado. Así que nos fuimos al techo de mi casa, algo arriesgado puesto que nos podríamos caer y adiós vida —dramática—, pero aún así nos sentamos a contemplar el cielo nocturno. Charlamos y charlamos hasta cerca de la una de la mañana (en serio, y la fiesta de “cumpleaños” seguía), y claramente mis padres no iban a llegar hasta el día siguiente, o sea el domingo. Así que cuando menos nos dimos cuenta, ya era domingo, y seguíamos teniendo temas de conversación incluso para regalar.
Y ahora, martes, tenía sueño. Mucho sueño. Tanto que no me sorprendió cuando mi primo me vio con cara de espanto al coger el autobús. De hecho, creo haber asustado a todos los de la mesa. Todos, excepto Grayson, que con la cara colorada como una manzana, dijo que estaba linda -cosa que obviamente no creí-, pero igual agradecí poniéndome más roja que él.
En las siguientes clases no pasó nada fuera de lo común, salvo el hecho de que Nick estaba más pálido de lo que realmente es. Enfermo, pensé.
Luego en Historia tampoco ocurrió algo lejano a lo normal. La señora amargada que tenemos por maestra seguía amargada, nada nuevo. Es decir, ni siquiera se me queda grabado el nombre de la mujer. Lo único bueno de esa hora es el hecho de que me siento con el rubio. Pero creo que mi alegría por mi compañero de mesa duro poco luego de las dos llamadas de atención por “descansar los ojos”, como la mala y falsa excusa que le brindé a la profesora. A la tercera riña, me mandaron con el director. Y eso, amigos míos, sí fue nuevo, tanto para mí, como para mis compañeros, mi familia, y sobretodo sería nuevo para mis padres.
Una buena conversación —no como la que tuve con Grayson— con mis padres sería el resultado de mi “irresponsabilidad y desobediencia” al dormirme tarde.
Por Dios, sólo leí un par de capítulos extra antes de descansar la mente.
Pero lastimosamente nadie lo entiende, salvo mi subconsciente.
Oh, y tampoco iría a los entrenamientos de baloncesto por un tiempito, el que se me haya quitado lo morado de la cara no significa que no tenga miedo de que me vuelva a pasar.
¿Ya ven por qué no me gustan los deportes? O el ejercicio, o correr, o caminar... o todo lo que tenga que ver con mover el cuerpo.
En el almuerzo decidí comer en la biblioteca —a escondidas porque no permiten la entrada de alimentos en ese lugar—, ya que necesitaba terminar un libro que Nick había dejado. Deben imaginar mi emergencia, la reseña es para el miércoles, mañana.
Pero no contenta con el ruido que hacía la mosca rondando por ahí, llegó una chica castaña, literalmente a mi lado, moviendo la pierna y examinando detalladamente, o eso creo, todo su alrededor.
¿Es que jamás había visto libreros?
Nunca la había notado en este instituto, por lo que pasó por mi mente el hecho de que sea una alumna nueva. Es decir, no existe ninguna otra explicación para que yo, como persona observadora y callada, nunca la haya visto andar caminando por los pasillos.
Creí, en serio lo hice, que se iría luego de unos minutos cuando notara que yo no tenía intenciones para entablar una charla, pero no fue así. Al contrario, ya habían transcurrido cerca de diez minutos y ella seguía allí. Comenzaba a incomodarme. ¡Estaba comiendo! Por el amor de Dios.
Y tomé la decisión de romper la tensión. Aclaré mi garganta y me volví a su puesto.
— ¿Hola? —ridícula—. Eh, no p-pretendo que te lo tomes a mal, pero... ¿por qué te has sentado aquí habiendo otros sillones en la habitación?
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Grace & Grayson
Fiksi RemajaGrace era tímida. Grayson le hablaba a todo el mundo. Grace pasaba desapercibida. Grayson llamaba la atención. Grace tenía dinero. Su padre era empresario y su madre psicóloga. Grayson también tenía dinero. Su padre era un buen arquitecto y su mad...