Tu: ¡Mamá! –dije subiendo de dos en dos las escaleras
Entre a la enorme habitación y la vi sentada en la cama hablando por teléfono mientras leía unos papeles con sus lentes dorados de marca.
Tu: Mamá escucha, ¡Tengo increíbles noticias!
TM: ____________ Dios, ¡espera! ¿No me ves que estoy hablando por teléfono? –dijo algo enojada y dejo los papeles a un lado
Suspire y me senté en su enorme cama
TM: ¡Saca los pies de la cama ___________! –empujo mis pies fuera de la cama
Tu: Bueno, ¿Ya puedes escuchar?
TM: ¡No! –dejo el teléfono a un lado- _________, tu madre es una persona ocupada, anda a hablar con tus amigas. –puso de nuevo el teléfono en su oreja
Tu: pero no tengo amigas.
TM: Entonces consigue unas. –dijo sin mirarme
Corri a mi habitación y me encerre con seguro. Estaba tan enojada pero de alguna manera tenia lagrimas en mis ojos. No había pasado nada malo, pero a mis 11 años de vida, ya me sentía completamente sola.
Recordar esa escena en mi mente me lleno de enojo contra mi madre. No es que ella me trataba mal, simplemente no me escuchaba jamás. Era como no tener padres. Nunca fui consentida por ellos, nunca tuve una de esas charlas con mi madre, nunca fuimos de compras juntas, ni siquiera a tomar un helado, jamás me sentí acompañada por ella, o por alguien. Mi padre jamás estaba en casa, si lo estaba, era porque algo realmente importante estaba pasando con su trabajo desde esta oficina y tenia que volver. Creo que mis padres, ni siquiera se querían ni se extrañaban. Todos mis cumpleaños esperaba junto a la puerta con mi mejor vestido esperando a que en algún momento mi padre abra la puerta y me abrace mientras me cantaba feliz cumpleaños, pero nunca lo hizo. A los 13 años ya lo esperaba desde mi cuarto, pero aun viendo de reojo la ventana por si llegaba su auto. ¿Y creen que alguna vez lo hizo? Nunca. Simplemente me llegaban enormes regalos que aun que muchas chicas deseaban esas enormes muñecas que aun ni salian a la venta, yo lo único que quería era atención. Pero nunca la obtuve.
Yo era la única despierta creo que en toda la casa. Bueno si, este otoño, como todos los otoños de mi vida mis padres estaban viajando por el mundo. ¿Juntos? Claro que no. Mi padre como siempre trabajando, y mi madre, estaba comprando telas para sus nuevos vestidos. Ayer, había sido mi cumpleaños número 15. Decidí no realizar ninguna fiesta, sabía que ninguna de las chicas populares no vendrían, y si ellas no lo hacían, pues ¿Quién lo haría? Era como una ley. Si ellas no iban, la fiesta no sería de agrado para nadie. Mi padre me mando por correo un collar con enormes diamantes y la tarjeta decía “Clorelaine” era la joyería preferida de mamá. Pero… yo no soy mamá, y apenas me gustaban las joyas. De todos modos use ese collar por toda la tarde, aun que sabia que mi madre me hubiera matado si lo supiera. Ella diría con su voz fina pero espeluznante voz “_________, eso se usa para días festivos, guárdalo en la caja fuerte de inmediato” pero ya que ella no estaba… ¿Por qué no usarlo? En realidad no me encantaban los diamantes, pero era regalo de mi padre. Y de alguna manera, aun seguía esperándolo y lo seguía queriendo. Mamá por su parte, me mando un vestido largo azul y la tarjeta decía “Gabriella” era una buena tienda de ropa, sabia que la ropa era muy cara ahí. Pero ese vestido, decidí colgarlo en mi armario.
Mis pies tocaron el suelo y puse a un lado la gruesa colcha. El piso estaba helado y yo caminaba de puntitas intentando no congelarme. Todo estaba oscuro pero ya me sabia de memoria el camino hacia el baño. Camine perfectamente sin chocarme con nada, era como una ciega acostumbrada a la misma rutina por las noches. Una vez que abrí la puerta del baño y esta lanzo un crujido, aplaste el interruptor y la luz se predio de inmediato. Mi reloj de la pared marcaban las 4am. Como lo supuse. Me agache cerca del excusado y meti la mano detrás de el. Ahí era mi escondite. Saque una pequeña caja morada, una pequeña que en realidad, era una caja de zapatos pero ahora tenia otra función. Toda la tapa estaba rayada con pluma negra. Me sente en el suelo y abri la pequeña caja. Ahí ya sin sentir frio, examine mis cosas. ¿Qué había allí dentro? Pues me gustaba llamar a esa caja “La caja de torturas”. Ahí era donde ocultaba mis sentimientos mas profundos, y cada noche los liberaba. ¿Cómo? Pues ahí se encontraba mi pequeña “Corta-venas” como me gustaba llamarlo. Un pedazo de sacapuntas. El filo parecía oxidado, pero en realidad, era sangre seca. Yo prohibía a mis empleadas abrir mi cajita, y a mi madre, jamás le conté que escondía algo. Y bueno, tampoco tuve la oportunidad. Me apoye contra la pared y agarre dos fotos. Siempre hacia lo mismo, agarraba fotos de mis padres y las colocaba justo frente a mi en el suelo. Luego tomaba la cuchilla, lanzaba un fuerte suspiro y finalmente acercaba la cuchilla a mi piel. Asi me quedaba hasta que “liberaba” mis sentimientos. Una vez que ya paraba, guardaba todo en la cajita, sin siquiera lavar la cuchilla del sacapuntas, y metia la caja de torturas detrás del excusado. Agarraba unas curitas y las colocaba encima de mis cortaras asi estuvieran aun abiertas. Finalmente, salía del baño a la cama nuevamente a esperar que otro maldito dia ocurriera.
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MY LITTLE REBEL (Editando)
Novela JuvenilHola, esta historia esta siendo editada por lo tanto, van a encontrar cambios en alredor del transcurso de la historia. Esta historia ya no entra en la categoria de fanfic's, he decido cambiarle los nombres a los personajes. La trama va hacer la mis...