23. UNA CHICA CONSENTIDA

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Eric

Algo me decía que las cosas habían salido mal, cuando vi a las chicas separadas.

Al salir de clases nunca pensé que Roxana subiría al auto con nosotros. Lucia me hiso una seña preguntándome lo que pasaba, yo no sabía nada. Así que le respondí encogiendo mis hombros.

De camino a casa todo estuvo en silencio el hecho que ella no dijera nada, me ponía algo mal.

Al llegar Roxana corrió a su habitación. Al verla llorar sentí como mi pecho se oprimía, no me gustaba verla así.

Me acerque a ella. Sinceramente no sabía cómo consolar a una chica pero lo intente pose mi mano en su espalda he intente decirle algo.

Las palabras no salieron de mi boca, ella me miro con aquellos ojos llenos de lágrimas que me partían el corazón. Se lanzó a mis brazos llorando con mucho sentimiento.

Al final no dije nada solo la abracé.

...

Roxana se había quedado dormida en mis brazos. La cargue y la lleve a su cama. Al salir de la habitación doña Mariana me bombardeo con miles de preguntas que al final yo no pude responder.

Al parecer a ella también le duele verla llorar.

En la hora de la cena todo seguía en silencio parece ser que todos estábamos preocupados.

– pero bueno Eric enserio no sabes nada – volvió a preguntar doña Mariana.

– si de verdad yo no sé –

– y tu Maritza no sabes nada –

– no mama no sé nada –

– ¡HAY! no ven, que es muy extraño verla así ¡ME PREOCUPA MI NIÑA! – seguía quejándose doña Mariana.

El resto de la cena estuvo más que incomodo hasta se le notaba a don Javier su preocupación.

La noche llego y todos estaban en sus habitaciones o eso pensé. No podía dormir me sentía muy incómodo, Salí por un vaso de agua y vi a don Javier dando vueltas en el pasillo, me acerque sigilosamente para ver que hacía.

Al principio me dio risa verlo susurrar pero luego me dio pesar, un padre que no sabe cómo consolar a su hija, que dilema – don Javier por que no entra de una vez – le dije cerca de su oído.

De respuesta dio un salto y me miro con susto.

– pero muchacho desde cuando esta hay – desde hace un buen rato – me burle, un gran suspiro soltó el don – yo quiero entrar y hablar con mi ángel el problema es, ella debe aprender que la vida no es como ella quiere. No todo puede ser como ella desea – me dijo caminando hacia la cocina – ¿y por qué dice eso? – pregunte.

El tomo otro vaso de agua y se sentó en el comedor – porque desde pequeña Roxana siempre ha obtenido lo que quiere sin ningún esfuerzo y cuando no lo conseguía mandaba a los demás para que lo consiguieran por ella. Yo pensé que eso era momentáneo y con el tiempo se le quitaría pero no fue así. Mi niña ha empeorado y me da mucho miedo que por su personalidad ella termine mal – me dijo con dificultad.

Lo mire sin decir nada por un segundo, luego me senté en frete de el.

– sabe una cosa don Javier. Cuando yo era pequeño mi papá creía que sería gay porque no me gustaba jugar futbol, la humedad, los malos olores o las cosas asquerosas que hacía con mi hermano. Así que yo jugaba con mi mamá y cuando él me veía jugar con ella nos regañaba. Le echaba la culpa a mi mamá de que yo supuestamente era amanerado. Me dio tanta rabia así que bese a todas la niñas de mi salón se armó un problemón porque todas pensaban que por un beso tendrían un bebe, hicieron una reunión de padres también nos dieron clase de educación sexual. Al enterarse mi papá estuvo con una sonrisota como por una semana ya que su supuesto hijo gay seria todo un rompe corazones. Desde ahí él dejo de dudar de mi hombría y por un tiempo paro de pelear con mi mamá. Lo que le quiero decir es que hay beses que creemos algo que al final no es – intente hacerlo sentir mejor con mis palabras.

JUEGO SÚCUBODonde viven las historias. Descúbrelo ahora