34. CULPA

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Andrés

Me sentía tan agobiado, no podía encontrar a Roxana.

No dejaba de pensar y si la secuestraron o la mataron.

Muchas ideas malas llegaban a mi cabeza había dado tres vuelta alrededor de la escuela y no tenia ni una pista acerca del paradero de mi bella Rosan.

– ¡¡¡ANDRÉS!!! – me llamaba Aníbal.

– ¿que sucede? – pregunte.

– creo que deberíamos ir a casa y pedirle ayuda a papá porque aquí no creo poder encontrarla – me propuso él.

– esta bien, vamos a casa –

...

Al llegar, me di cuenta que no había nadie, el portero no estaba ni tampoco las empleadas.

Ya me imaginaba el porque seguramente mis padres estaban peleando.

Aníbal empezó a caminar mas despacio era seguro que ya lo había notado. Llegamos al despacho de papá y ahí se encontraba gritandole a mamá.

Mi hermano huyo como siempre mientras yo me quede inmóvil. Que debería hacer si ese ser mata a mi madre. 

Pensé y me quede inmóvil, mientras los segundos pasaban veía como la maltrataba. Mis pensamientos no fueron buenos, no soy una buena persona y estoy realmente arto de esto.

Ellos ni se habían dado cuenta de mi presencia, camine muy lento hacia la cocina, aun estando tan lejos del despacho se escuchaban los gritos de ella.

Entre en ese punto sin retorno, en ese que todo te da igual.

Tenía un gran sentimiento, aquel que no había sentido desde los siete años. Cuando la abuela me gritaba por ahogar o maltratar a sus mascotas.

Tome el cuchillo más grande y me dirige de nuevo al despacho. Papá estaba de espalda. Tome su hombro y lo empuje a la pared, mi tiempo se detuvo hasta mi respiración.

–QUE ESTAS HACIENDO – su grito hizo eco en mis oídos, pero aun así no me detuve.

Enterré el cuchillo en su vientre, fue un poco lento. Mamá grito muy fuerte.

Cuando saque el arma y volví a apuñalarlo una y otra vez.

Cada que enterraba el cuchillo su tibia sangre me salpicaba. La décima apuñalada fue la más lenta porque lo enterré en su pecho.

Mi tiempo todavía estaba detenido, cuando su cuerpo lentamente caía.

Mamá lloraba y gritaba.

Solté el arma cubierta de sangre y no pude evitar derramar lágrimas, me recosté a la pared tome aire mientras mis piernas flaqueaban. Me quede sentado pensando ¿Qué es lo que había hecho?

El cuerpo inerte de mi padre, el llanto de mi madre y los latidos de mi corazón era lo único que escuchaba.

El tiempo volvió a avanzar.

Me levante del suelo, camine hacia la salida.

Tome un taxi y me dirige al único lugar que cruzo por mi mente.

Cuando llegamos a la casa de mi abuela el taxista ni siquiera noto mis fachas o mejor dicho lo ignoro totalmente.      

Camine hasta llegar al patio. Tome agua de una fuente vieja y me lave las manos mientras lo hacia mi llanto no cesaba.

¿Por qué?, ¿Por qué lo hice?... Mamá y papá peleaban casi todo el tiempo.

Que sucede con migo.

JUEGO SÚCUBODonde viven las historias. Descúbrelo ahora