Calor

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Lo primero que vio al despertar, fueron los ojos de un tigre. La pálida piel de la espalda de Yura lucía orgullosa el tatuaje de un tigre tan bello e hipnótico cómo su portador. Pequeños mechones de rubio cabello caían por los delgados pero fuertes músculos del ruso; Yuuri lo miró unos segundos en silencio antes de cerrar los ojos para fingir dormir de nuevo.

No sabía en qué momento había llegado a la habitación de su amo, pero no deseaba verlo ni estar cerca de él. Trat de no sentir nada pese a la molestia de percibir el ligero aroma de otros omegas en el alfa, después de todo, él no era quién para pedir explicaciones, sólo debía seguir órdenes y ser sumiso, nada más ni nada menos.

Con sus ojos cerrados pensó en lo agradable que había sido encontrarse con alguien amistoso como Viktor; también se dijo que debía permanecer muy quieto para que el alfa se aburriera y lo dejara solo, quería bañarse y hablar con Lilia, quién debía estar preocupada por él. También quería leer un rato y prepararse antes de afrontar la siguiente noche que lo esperaba irremediablemente.

-¿Por qué fuiste con Viktor? -le preguntó el rubio.

-…tenía miedo -dijo suavemente sin abrir los ojos.

-Claro, tienes miedo y te vas con el sujeto más peligroso del lugar. Te dije que esperaras mis órdenes.

-… no volverá a pasar, amo… -Yuuri se giró para darle la espalda al ruso. Quería que se fuera y a esas alturas no le importaba hacerlo enojar.

Yura volteó a ver al moreno, estaba enojado y lo sentía en su perfume. Bueno, él también estaba molesto; no podía creer que su omega se hubiera ido toda la noche con el imbécil de Viktor, sin pensar ni un poco en la pésima idea que era estar a solas con un sujeto como él, Yuuri debía ser en verdad idiota si creía que sólo porque lo conocía, Viktor no sería un hijo de perra con él. Omega estúpido e ingenuo.

-¿Qué hicieron?

-… sólo hablar como antes, amo -el suave tono de Yuuri al hablar y su negativa a verlo lo irritaban.

-Esperas que me crea eso ¿ah? Nadie hablaría toda la noche sólo por placer.

-…Viktor siempre fue amable conmigo -contesto el moreno como si hablará con él mismo.

Esa fue la gota que derramó el pequeño vaso donde Yuri guardaba su paciencia. Sin tacto se puso sobre el omega y lo giró hacia él, le molesto aún más notar que se negaba a verlo y que sus feromonas se sentían tristes; incluso faltaba el leve rubor en sus mejillas cuando él hacia algo como eso. Pero Yuuri seguía decaído y sin la menor intención de hacer algo más que dejar que usará su cuerpo.

-Quizás deba dejar que todos te toquen -le dijo Yura, mientras desabrochaba su camisa y lo sentía tensarse-. Puse un precio muy alto en ti para que nadie lo pensará si quiera, pero ya que te vas con cualquiera que es amable contigo, será mejor que me evite tantos problemas.

Yuuri empezó a sentirse nervioso y no era exactamente por el hecho de que lo terminaran de desnudar, era más bien por la revelación que Yura acababa de hacer. ¿Por qué arrastrarlo ahí si no quería que nadie lo tocará? Para hacerlo miserable, no había otra explicación. Yura era un hombre cruel que gustaba de jugar con sus emociones, a lo largo de cinco años lo había comprendido y parecía no ser capaz de aprender su lección: el rubio disfrutaba de su dolor y de romper sus esperanzas.

Sin que pudiera evitarlo unas pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos cerrados, en ese momento de verdad temió enfadar al alfa que seguramente ya debía estar de mal humor. Apretó con fuerza sus ojos y sus puños, no quería oírlo gritar como lo última vez que había llorado, el terror de verlo tan furioso seguía presente en él a pesar de que ese accidente paso muchos años atrás.

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