Memorias

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-Siento como si traicionara a mi padre -comentó Mila, mientras paseaban por el centro comercial.

Ese día era una linda rubia caminando junto al alfa kazajo. Ella llevaba un entallado pantalón blanco, zapatos bajos azules como su blusa de hombros descubiertos y una pequeña bolsa roja. Otabek vestía una chaqueta negra, bajo ella una camisa gris, pantalón y botas negras.

-De cierto modo yo lo hago también -repuso el alfa con tranquilidad.

- ¿De verdad está bien que salgamos? -la pelirroja seguía pensando que era muy extraño que Plisetsky no se opusiera.

-Sí -Beka no pensaba decirle a su cita que Yuri tenía cosas más importantes en que pensar. Además, no fijaría su atención en la chica a menos que Johan cometiera algún error, y por lo visto eso no pasaría.

-Creo que hacemos mal -insistió Mila, mientras comía un helado.

-Regresemos entonces.

- ¡No! Lo siento, no me expliqué bien -se disculpó la chica tomando el brazo del alfa-. Me refería a que quizás esté mal que salgamos, pero me gusta estar contigo.

-Mide tus palabras, de lo contrario tomaré eso como una declaración -le dijo Beka, acomodando unos mechones de cabello detrás de su oreja.

- ¿Tú por qué razón sales conmigo? -preguntó ruborizada la alfa.

-Me gustas.

Mila rió un poco antes de esconder su rostro en el hombro del hombre. Otabek sin duda era alguien serio y directo, y eso le atraía.

Para ella fue una verdadera sorpresa que el kazajo la invitara a salir, le había preguntado a Lilia si era correcto aceptar, después de todo, estaba ahí como una garantía. Cuando la alfa mayor le dijo que Otabek era tranquilo y no tenía por qué preocuparse, decidió probar y salir de nuevo con él.

Mila nunca imaginó que irían a cenar con Seung y Pichit, sin embargo se la pasó muy bien. El omega de negros ojos y cabello oscuro, era muy alegre y amigable, así que en ningún momento se sintió fuera de lugar ni tensa.

Después de esa primera cita, donde cenaron en un agradable restaurante tailandés y pasearon por la ciudad, Mila empezó a notar más a Otabek.

Al contrario de Seung, Yuri o cualquiera de los otros alfas que trabajaban en la mansión, la vestimenta y actitud del kazajo solían ser más relajados. El alfa de penetrante mirada iba y venía casi todos los días, cuando estaba en la propiedad Plisetsky estaba en el despacho del rubio o vigilando lo que ella y Yuuri hacían.

Al principio Mila creyó que la vigilaba por órdenes del rubio, por eso fue una sorpresa cuando Yuuri le comentó que tal vez lo hacía por voluntad propia. Según el omega, Otabek pocas veces lo vigilaba a él o a sus acompañantes; además, le parecía raro que hablara tan calmadamente con una desconocida. Mila simplemente trató de ignorar la atención que recibía del alfa.

También se sorprendió con la amabilidad del moreno, ella veía como la cortejaba caballerosamente y le gustaba. Quizás se debía a que era siete años mayor y tenía más experiencia, podía ser también su forma tan directa de actuar en cuanto a sus declaraciones, o la forma tan atenta en la que la veía cada vez que hablaban, pero a Mila se le hacía muy difícil resistir a los encantos del hombre.

-Otabek… ¿por qué dices que también traicionas a tu padre? -preguntó la pelirroja, decepcionada por no haber recibido un esperado beso-. Quizás tú no eres el responsable directo, pero fue Plisetsky quien mató a mi familia y… bueno, tú trabajas para él, así que es un poco complicado…

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