Todo lo que se escuchaba en el lúgubre sótano de la mansión Plisetsky, eran los sollozos ahogados de los pobres diablos que por desgracia seguían con vida, y el ruido seco del hacha con la que el rubio cortaba cada extremidad, del hombre que yacía inconsciente, o quizás, muerto, atado a la única silla que había en el lugar.
La sangre manchaba el suelo del sótano, y parte de la cara y manos, del alfa que despedazaba a su víctima. Los verdes ojos del ruso estaban vacíos, no había ni el menor rastro de humanidad o conciencia en ellos, simplemente veían los dedos, manos y muñecas, que desprendía del cuerpo de uno de los hijos de puta que se había atrevido a tocar a su omega.
Ninguno de los hombres ahí reunidos, se sentía capaz de intervenir, ni siquiera Beka o Seung. Todos sabían perfectamente que el alfa frente a ellos, no pararía hasta haber saciado su sed de sangre y muerte.
–Pedazo de mierda.
Tras lo dicho, el alfa cortó de tajo el brazo izquierdo del hombre que estaba aprisionado. El sujeto lanzó un grito desgarrador antes de perder, por última vez, la conciencia.
Ver esos ojos castaños abrirse por un segundo, hizo que el ruso recordara el brillo de lujuria que tenían, mientras sujetaba el delegado e inconsciente cuerpo de Yuuri, para follárselo sin piedad. La furia volvió a él. Decapitó al bastardo de un solo movimiento.
Seung observaba a su hermano sin poder hacer nada para ayudarlo, sólo se limitó a levantar y llevar a su siguiente víctima hacía donde él estaba, mientras Beka y otro de sus hombres, apartaba lo que quedaba del tipo anterior que tuvo la desafortunada idea, de usar a Yuuri como si fuera una puta.
La torcida sonrisa del rubio, heló a todos los reunidos. Estaba disfrutando al torturar a esos imbéciles.
Una suave súplica se escuchó antes de ser reemplazada por un desgarrador grito que quedó ahogado, en el momento en que el rubio metió unas pinzas a la boca de su siguiente víctima, para arrancarle sin ninguna vacilación, un par de dientes.
Yuri aún podía sentir el perfume del omega impregnar las asquerosas pieles y ropas, de esos hijos de puta que lo hicieron sufrir. Más que vengarse, lo que en verdad quería era arrancar el dulce olor de Yuuri, de esos tipos; no le importaba si tenía que reemplazar el aroma a flores del moreno, por uno lleno de sangre y miedo, lo haría para que no quedará evidencia de lo que ese 28 de septiembre, había pasado.
El rubio se aburrió de su mal trabajo odontológico, después de haber sacado casi todos los dientes de la boca sangrante, por lo que empezó a golpear con sus puños, al hombre que estaba frente a él. Pero, para que su retorcida diversión durará un poco más, lo desató con la promesa de que, si lograba golpearlo, dejaría que se llevará su miserable trasero de aquel sótano.
El hombre aceptó hacer el intento de luchar por su vida, pese a saber que ni en sus mejores sueños, podría tener una oportunidad contra el feroz rubio. Lo había comprobado horas antes, cuando el atemorizante alfa llegó al club nudista donde él y otros sujetos, se cogían a un exótico y bello omega asiático. Lo único que supo después de escuchar el estruendo de unas balas llenando el club, fue que estaba tendido en el suelo, siendo molido a golpes por un alfa totalmente furioso.
Mientras trataba de mantenerse en pie tras haber recibido un fuerte puñetazo, el hombre pensaba en la excitación sentida el ver a sus compañeros llegar con un bello moreno amordazado. Les habían pagado para secuestrar al chico y ocultarlo hasta el anochecer, más al ver su excitante apariencia y el collar que cubría su cuello, pensaron que bien podrían divertirse con él un rato.
Ojalá nunca lo hubiera hecho.
Nadie había podido resistirse al atractivo chico que luchaba por liberarse de sus captores, mucho menos cuando sus ojos castaños se llenaron de miedo al entender lo que le pasaría entre las cuatro paredes del cubículo donde lo habían llevado. El hombre recordó lo extraño que le pareció que el omega no llorará ante su violenta intrusión, ni el hecho de que su interior no fuera como el de otros omegas que usaban su cuerpo para sobrevivir, por lo que no se lubricó con facilidad, y el instante en que le importo poco, y decidió cogérselo pese a lo doloroso que sería para el muchacho. Había pensado que mientras más se lo cogieran, más rápido su cuerpo reaccionaría.
–Levántate, hijo de perra.
El hombre intento ponerse en pie, más la paliza recibida antes, se lo impedía. Probablemente tenía varios huesos rotos, y el número de ellos aumentó cuando el rubio perdió la poca paciencia que conservaba, y empezó a golpear repetidamente sus costillas.
Tosió sangre deseando que alguien acabara con su martirio.
Nadie hizo nada por él.
Yuri continuó golpeando al bastardo que estaba en el piso lleno de sangre del sótano, incluso cuando dejó de moverse. Harto de su falta de actividad, estrelló la cabeza del hombre contra el suelo.
El sonido del cráneo del hombre rompiéndose contra el piso, hizo que Otabek frunciera el ceño.
El kazajo aún podía ver el rostro de su hermano descomponerse, al recibir un mensaje esa mañana. Percibía su desconcierto y la ira que de inmediato tomó su lugar, incluso aún podía ver el dolor que atravesó los verdes ojos de Yuri, por un segundo.
Otabek deseaba, al igual que Seung, detener al rubio, más nada podían hacer. El rapto y el sufrimiento del omega, eran consecuencias de los actos de su hermano, y ahora era el mismo Yuri, quién afrontaba parte de aquella desgracia. Y aún así, nada los había preparado para que la furia del rubio, se desatara de esa forma.
Esa mañana, en la que el caos inició, Yuri había lanzado su móvil contra el suelo, después de ser notificado sobre la desaparición del omega. De inmediato destrozó todo lo que había en su oficina, pues no entendía cómo había pasado eso, si antes de partir de la mansión, se hundió entre las tibias piernas del japonés e intentó -una vez más-, morder su cuello.
El rubio se había enfadado ante la negativa del moreno, más estaba decidido a ser paciente y a aprovechar que el celo del chico estaba cerca. El sutil cambio en su aroma, le indicaba al alfa que pronto se apoderaría de Yuuri.
Pero la excitación de saber que haría suyo al japonés, fue brutalmente reemplazada por la ira que sintió al saber que su chico había desaparecido.
Yuri no había desperdiciado más tiempo después de destrozar su oficina, de inmediato llamó al jefe de la policía de Moscú, para cobrarle algunos de los favores que éste le debía. Lo único que el rubio sabía era que de una vieja camioneta gris, tres tipos habían bajado para disparar al aire, mientras obligaban a Yuuri a subir al auto. Nadie había intervenido, sólo Boris -el hombre que seguía al japonés desde hacía meses-, intentó rescatar al chico, más fue herido por una bala que atravesó su pierna; pese a eso, buscó seguir a los raptores, más la maldita histeria de los transeúntes, se lo impidió.
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¿Quién eres?
Fiksi PenggemarYuuri le temía a aquel frío y cruel hombre, sin embargo lo amaba. ¿Quién eres realmente, Yuri? Editado por la bellisíma @Aoi0000 Ninguno de los personajes de Yuri on Ice me pertenecen, solamente los tomo prestados a modo recreativo.