Luca estaba nervioso. Faltaba poco y no tenía nada de lo que había planeado. ¿Martín se olvidó? No, imposible. Luca sabía que él era de confiar.
Sonó el timbre. El correo, justo a tiempo. Bajó saltando las escaleras, y cuando vio todo lo que Martín le había mandado se quedó con la boca abierta, su amigo era de hacer bien las cosas, pero esta vez se había lucido.
Subió al cuarto de nuevo y puso manos a la obra. Se colocó el traje de Etiqueta Negra, se acomodó bien el moño y se vio al espejo. Por primera vez se veía bien vestido y recordó las risas de sus compañeros de colegio debido a sus vestimentas. Deseó que ellos estuvieran allí y lo vieran, pero sabía que ellos solo le buscarían un error para reírse de él. Agarró las flores y las acomodó bien. Todo tenía que estar perfecto. Miró al reloj, debía salir en ese momento o llegaría tarde a la cita más importante de su vida.
Ella lo esperaba tanto como él, tanto que llegó quince minutos antes de lo previsto. Esperaba encontrar a Luca esperándola, pero en el banco de la plaza solo había un papel. Se le secaron los labios, era una carta. Sí, definitivamente una carta, y para ella. Dos lágrimas recorrieron sus mejillas mientras tomaba el papel en sus manos.
Lágrimas. Lágrimas de felicidad. Era la carta que ella le había dejado en Buenos Aires. Era increíble que todavía la conservara. Miró para todos los lados pero no encontró a Luca. Se detuvo a leer esa carta, como si fuese el mejor regalo de todos los tiempos. No se dio cuenta de que un apuesto chico, bien vestido, se sentaba a su lado.
-Hola -le atinó a decir él.
Lourdes se sobresaltó, ¿Cuándo se había sentado el ahí? Pero contestó: -Hola.
-Esperaba mas que eso, no se... un beso, un "te extraño", algo. Pero escuchar tu voz siempre es lindo.
-¿Luca?
Lourdes no lo podía creer. Él tenía algo de lindo, pero lo que estaba sentado al lado suyo era perfecto. Se había peinado más que de costumbre y... su olor. Sí, definitivamente estaba usando colonia. Se le aflojaron las piernas, todo eso era por ella, y ella no se lo merecía. Él la miraba atento, sus ojos verdes emanaban diversión, como si todo esto fuera un chiste.
-Deberías verte la cara, toda una obra de arte -soltó Luca.
Ella se echó a reír mientras lo abrazaba. Amaba tanto tenerlo de vuelta. Pero se alejó de repente.
-¿Qué pasa? -dijo Luca preocupado.
- Yo no... yo no merezco esto. -llegó a decir, y bajó la cabeza.
-¿Por qué?
-Te engañé! Yo no merezco nada de vos.
-Escuchame, habíamos quedado en que sólo era un simple beso, no me engañaste. Además, viajé hasta acá por vos, no me voy a ir con un simple "no te merezco".
-¿Y con qué te querés ir?
Luca sonrió. Lourdes se dio cuenta de que estaba esperando esa pregunta, era la gran sorpresa.
-Con vos -dijo mientras sacaba del bolsillo de su traje dos boletos para Buenso Aires.
Ella lo besó. Pero no como a Harry, no como a Martín; éste fue un beso por amor. Eran más que dos labios tocándose suavemente (como lo había sentido con otros chicos), eran dos corazones latiendo al mismo tiempo, un cosquilleo en la espalda (muy ligero, pero agradable) y unas manos que la acariciaban lentamente. En palabras mas simples: amor.
La tarde trasncurrió con una tranquilidad impresionante. Todo había salido bien, todo gracias a Martín. Luca quería verlo de vuelta.
Se tomaron un taxi para el aeropuerto y al llegar se toparon con un cabo suelto que había que amarrar. Allí, parado con una valija en la mano, como si los hubiera estado esperando para irse con ellos, se encontraba Harry.
-Hello -dijo alegremente.
¿Alegremente? Algo andaba mal. Luca estaba en plan de: ¿Qué hacés acá? pero Lourdes sabía a lo que venía y lo que ella debía hacer. Le pidió a Luca unos minutos y se dirigió hacia Harry.
La charla duro pocos segundos, Harry se quería disculpar con Luca y con Lourdes así que no hubo peleas ni nada que arruinara todo ese momento. Sin embargo, Luca no pudo dejar de pensar en esa valija.
Se subieron al vuelo 665 para volver a Buenos Aires. A Luca le confiscaron las flores que llevaba en la bolsa de mano. Esto produjo varias risas y excusas. "Me olvidé de dártelas, pero igual te amo", "No hacen falta rosas porque vos sos hermosa", "¡Ja ja ja! Gastaste plata por rosas que se las van a quedar los policías ja ja ja, que romantico", "¿Así que te enamoraste de la policía?". En el viaje de vuelta durmieron. Al despertar se encontraron de nuevo en Argentina. Bajaron las escalers del avión y se dirigieron a la central de taxis para ir a la capital. Se encontraron con algo que hizo llorar a Luca.
Un taxi parado, con un conductor esperando y un chico en saco y jeans con un caramelo de naranja en la mano. Martín.
-Ehh... acá llega la parejita del año -dijo en su tono de humorista inoportuno mientras le lanzaba el caramelo a Luca.
Luca lo atrapó y corrió a abrazarlo. No era para menos, él sólo no podría haber recuperado a Lourdes. Se comió el caramelo, signo de amistad para ellos, y juntos esperaron a que Lourdes saludara a Martín. Sin embargo, ella bajó la cabeza.
-Hola -murmuró.
Martín y Luca entendieron perfectamente la razón de por qué lo saludaba así. Martín lo miró en silencio y Luca asintió con una sonrisa en la cara. Fue instantáneo, no se sabe cómo pensaron lo msimo, debe ser por los años de amistad, pero lo importante es que se abalanzaron sobre Lourdes haciéndole cosquillas y molestalándola como en los viejos tiempos. Ella los sacó a golpes, como solia hacer en la primaria y los tres se tomaron el taxi para la capital.
Tan felíz Luca, tan felíz Lourdes. Pero solo Martín sabía las consecuencias que iba a tener este esperado regreso de la felíz pareja. Sabía el destino terrible que iba a suceder pronto. Pero vio a sus amigos tan felices que decidió olvidarse de los problemas y contemplar la sonrisa de Luca, ya que en poco tiempo se le borraría del rostro. Los dejó disfrutar su regreso, no quería preocuparlos. Y menos por él. Así que se unió a la conversación y los tres pasaron un rato muy agradable. Tal vez, el último juntos.
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Cartas de Amor
RomanceLuca abandona todo para conseguir el amor que no se animó a confesar pero, ¿Será suficiente?