CAPITULO 23

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Estaba de pie, aunque diluviaba y se había empapado todo. Se había escapado de la casa. Sus padres adoptivos habrán entendido por qué, ya que ya habían hablado acerca de ese día. Su camisa negra estaba totalmente hecha agua y su peinado se había arruinado por la lluvia. Pero no le importaba. Lo que estaba en frente de él era más importante. Dos lápidas. Dos nombres. Un culpable. Veintisiete de noviembre, el día de la muerte de su madre y Roberto. Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas. Una verdadera tragedia. Todavía no se explicaba cómo un recien nacido pudo haber hecho tanto daño a la vida de dos personas. Sacó un ramo de flores y, luego de reflexionarlo un poco, lo puso en una tumba. Sabía que su madre nunca lo perdonaría por eso, pero ella había sido tan o más mala que Lourdes con él. Rezó por las dos almas y luego se dispuso a salir del cementerio de Recoleta. Había dejado un ramo de fores (muy bellas) en la tumba de Roberto. No lo conocía, no tenía parentesco alguno, pero sentía como si fuera su padre. Había sufrido por amor muchísimo más que él, y de alguna manera se identificaba con él. Su madre no merecía esas flores, no tanto como Roberto. Estaba a punto de salir del cementerio cuando se encontró con cuatro personas que estaban buscandolo.

-Les dije que estaba acá. -dijo Carolina.

-¡Amor! ¡Pensé que te había perdido!

Lourdes estaba feliz de verlo, pero le dio la sensacián de que a Luca no. Corrió a abrazarlo y lo besó. Carolina desvió la mirada. Entendía que él estaba totalmente enamorado de Lourdes, pero no podía soportar verlos besándose (pese a los cuatro meses pasados). Luca notó su comportamiento y se alejó un poco de Lourdes. Carolina era su amiga y no podía verla mal.

-Perdonen -dijó Luca a todo el grupo -. Por irme sin avisar y desaparecer, pero es que... necesitaba verlos. No... no quiero olvidarlos. Hoy fue el día en que los dos murieron.

Todos se miraron en silencio. Sofía no entendía casi nada, pero por respeto siguió la corriente y calló las preguntas que quería hacerle.

-Vamos Luca, vamos a tomar algo o a casa, pero salgamos de esta lluvia que tengo agua hasta en el calzón -dijo Martín- si queres... si no, podes volver y nosotros te esperamos aca.

-Yo ya me estaba yendo, y sí, vamos, yo también estoy empapado.

Ya en el bar de la esquina, se distendieron un poco. Sofía se le acercó a Luca.

-Te veo muy amargado -dijo -. Hablame de algo lindo, de tu padre...

-Yo nunca conocí a mi padre. Sólo se que era un amante de mi madre y que después de embarazarla desapareció. Me hace acordar a Tomás. Menudo idiota.

-Oh... lo siento. ¿Y con quién vivís?

-Con unos padres adoptivos que me dio el estado. Ellos cuidaron de mí como si yo fuera de ellos realmente, y hacen todo lo posible por verme mejor. Pero yo nunca los sentí míos y no les di la oportunidad de acercarse.

-Deberías. Quiero decir... ellos te dieron el amor que tu padre o tu madre no te pudieron dar, es difícil tener hijos adoptados. Se necesita más amor que a un hijo propio, aclará las cosas con ellos. Pueden ser muy buenos.

A Luca se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Nunca les dije papá o mamá.

Lloró desconsoladamente, así que Sofía hizo lo que mejor sabía hacer, dar abrazos. Eso hizo sentir mejor a Luca. Lo que dijo Martín era verdad, sus abrazos te hacían sentir mejor. En ella se podía confiar. Cuando Lourdes lo abrazaba, él no sabía cuando iba a venir el puñal por la espalda. Sin embargo, con Sofía, sentía que podía vivir en esos brazos sin preocuparse de nada. Cuando vio a su amigo mirándolos fijamente, se apartó del abrazo. Martín largó una carcajada y dijo:

-¿Te pensás que me molesta que mi novia te abrace? Ja ja ja, seguís siendo tan bobo como antes, ja ja ja.

Luca y Sofía le siguieron la carcajada. Luego, siguieron charlando con el grupo. Hasta que uno a uno se fueron a sus casas.

-Te acompaño a tu casa -dijo Carolina -quiero conocer a tu familia.

- Está bien, si querés. Creo que no tienen problema de que te quedes a cenar.

Se dirigieron a la casa de Luca caminando. Al entrar, Luca habló con Daniel y Pilar (sus padres adoptivos) para que Carolina se quede a cenar. Ellos aceptaron y la recibieron de una manera excelente. Luca le dijo a Daniel que le avise cuando estuviera la comida y subió al cuarto con Carolina.

Cartas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora