CAPITULO 35

1 0 0
                                    

-¡No, no puede ser!

Luca estaba desconsolado. Pilar no se atrevía a decir nada, Carolina se tapó los ojos con las manos y Daniel se quedó tan sorprendido como su hijo adoptivo. La noticia les había pegado fuerte.

Se prepararon para salir y en una hora estaban en el Hospital Italiano. Todos se quedaron afuera, en la sala de espera, y sólo Luca fue el que entró a la habitación. Allí estaba su mejor amigo, inmóvil y conectado a una máquina rara que Luca no sabía bien que era. Debido a su torpeza natural, se acercó sin tocar nada hasta llegar junto a su amigo. Lo sorprendió una voz.

-Chocamos, papá iba muy rápido.

Miró para ver a la persona, aunque ya sabía quien era: Sofía.

-¿Y vos estás bien?

-Sí -respondió -, tuve mas suerte que... él -dijo mientras rompía a llorar.

-Tranquila Sofi -la abrazó -¡Él está bien! Es decir, no, está en un hospital y conectado a esa cosa rara pero, a ver, está vivo ¿No?

Luca no era bueno para esas cosas. Sofía lo miró con cara de "No ayudás" pero al ver el esfuerzo que estaba haciendo para que se tranquilizara, fingió sonreír. Se sentaron a charlar, Luca no se quería mover de esa habitación donde estaba la persona que tanto había hecho por él. Le pidió a Sofía que le contase todo sobre el choque. Ella empezó a relatar su historia, pero Luca estaba más concentrado en la máquina que marcaba los latidos. Aún así, llegó a escuchar: "Día de los enamorados" "Picnic" "Papá lo quiso alcanzar a su casa" "Audi A4 gris claro". ¿Audi A4? ¿Gris? No había tantos en la calle. Bruno tenía uno.

-Un momento, por favor -le dijo a Sofía.

Salió de la habitación y llamó al señor Donatto. Le contestó la voz dulce de Carolina. Él era el que había chocado pero ya se encontraba mejor, estable, aunque también estaba hospitalizado. Volvió a la habitación, se despidió de su amigo y se fue a su casa. Él deseaba quedarse toda la noche pero tenía que ir al colegio al día siguiente. Y cuarto año no era tan fácil como tercero.

Al terminar el colegio se fue para el hospital, pero antes de ver a su amigo se dirigió hacia el cuarto del padre de Carolina. Pero al abrir la puerta se encontró con una mujer adulta de esbelta figura. Acariciaba la pelada de Bruno. Dedujo que ella era la madre de Carolina. Ella no lo vio a Luca, estaba muy concentrada en su ex esposo. Cuando lo descubrión fue hacia él con paso elegante y se presentó.

-Natalia Mares, mucho gusto.

-Luca...

-Santos -lo cortó ella -. Sí, ya sé quien sos. El novio de mi Carito -se volvió hacia Bruno -. Yo causé el choque, le dije que me pase a buscar al Abasto a las cuatro de la tarde, y faltaban diez minutos. Estaba emocionado supongo, lo dejé por un chico que era muy tierno, romántico, buen amante. Pero me di cuenta de que él era lo que yo había elegido, y la verdad es que lo extrañaba. Lamentable que a los que son buenos les pasen cosas malas. Miralo, pobrecito, no hizo nada malo y terminó en el hospital.

Luca la contempló en silencio, había algo en ella que no le gustaba para nada. Se excusó con el tema de ir a ver a su mejor amigo y se fue. Al llegar junto a Martín, éste ya estaba de pie, desconectado y con su sonrisa natural. Al verlo llegar, dijo:

-Estuvo cerquita.

-Demasiado, amigo -reconoció Luca.

-Ya estoy bien, por suerte. ¿El papá de Caro ya se recuperó? -Luca negó con la cabeza -Oh, ojalá se ponga bien.

-Lo va a hacer -dijo Sofía, metiéndose en la conversación -, lo va a hacer...

Los dos amigos notaron su tono dubitativo, e instintivamente hicieron lo mismo. Se dirigieron al cuarto de Bruno. Esa Natalia... ¿Mares era un apellido verdadero? Luca recordó de que Mares era el apellido que usaba Tomás cuando lo amonestaba el preceptor nuevo, y eso no lo dejaba tranquilo. Entraron estrepitosamente a la habitacion y vieron al señor Donatto desconectado a la máquina, vivo... pero desconectado.

Carolina llegó a la media hora. Luca le contó todo.

-Natalia Mares... Natalia. No, ni por la descripción ni por el nombre. Raro que te conozca.

-Andrea Montillo -todos miraron, el padre de Carolina se había recuperado de repente.

-¡Oh no, no otra vez! -se quejó Carolina.

-¿Quién? ¿Qué pasa? -preguntó Martín.

-Andrea Montillo, la hermanastra de mamá, la ex de papá y la bruja de mi familia.

Todos se miraron raro.

-¿Y mamá? ¿No vino?

Carolina miro esperanzada a todos, pero ninguno le respondió.

-¿Dónde está mamá?

Luca y su familia habían conocido a Montillo, sabían que había salido del loquero hacía poco por intento de asesinato.

-¡¿Dónde está mamá?!

Las lágrimas de Carolina empezaron a recorrer sus mejillas. Daniel y Luca fueron a buscar a la madre de su novia, pero ya sabían lo que iban a encontrar. Todos sabían lo que encontrarían.

A la mañana siguiente, Luca sacó el famoso traje y lo vistió por tercera vez, pero esta vez no se vio atractivo frente al espejo. Se vio destruido. Él no la había identificado. Si prestara más atención en los detalles como su amigo Martín, nada de esto hubiera pasado. No estarían llorando. No estarían yendo a un velorio.

Cartas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora