CAPITULO 36

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-No tuvimos un amor perfecto, no tuvimos un final feliz, nunca pudimos concretar los proyectos que nos propusimos. Hay miles de cosas que no me dijo. Hay millones de cosas que no le dije. Espero que nunca se haya olvidado de que la amo.

Bruno depositó la última rosa sobre el cajón. Todos en silencio, todos. Lourdes y Tomás se encontraban también, Martín pensó: Los forros también lloran... pero no era lo principal, así que se guardó el comentario. Carolina estaba destruida, Luca estaba aún peor, ni hablar de Bruno. Los demás acompañaban en profundo silencio. Lloviznaba, como si los ángeles lloraran el sufrimiento que se vivía en el cementerio de la Chacarita. El cajón comenzó a descender lentamente hacia el lugar en donde reposaría eternamente. Cuanto más se adentraba en la tierra, más lloraba Carolina. Luca se mantuvo en silencio, ya tendría tiempo de consolarla, pero ése era un momento de respeto, y había que dejarla tranquila. Una vez que el cuerpo de la madre de Carolina fue depositado, el cortejo fúnebre se fue disolviendo lentamente. Carolina se quedó y Luca decidió acompañarla. Se sentaron al pie de la tumba.

-¿Sabés? -dijo Luca, rompiendo el silencio -A veces no es tan malo.

Carolina lo miró atentamente. ¿Qué decía? ¿Estaba loco? ¡Se había quedado sin madre! Definitivamente Luca no entendía nada.

-Pensalo -prosiguió Luca, que no parecía percatarse de la mirada furiosa de su novia -, vivir eternamente... ¿No sería aburrido?

Tenía razón, pero ella hubiera preferido tener más tiempo a su madre.

-Ella siempre la odió, Andrea no podía ver a mamá, nunca supe por qué. Mi familia es un puto lío.

-Y ni te comento la mía amor, pero ya nada podemos hacer. Solo rezar por ella y no olvidarla. Vení, vamos a tomar un helado, invito yo.

-Ojalá Andrea vaya presa.

-Ya vamos a ir a hacer la denuncia, tranquila. Ahora vamos que tengo ganas de helado.

-Sí, va a ser lo mejor, pero dejame despedirme de ella.

Media hora después, estaban en la heladería de siempre intentando no nombrar ni a Andrea Montillo ni a la madre de Carolina. De repente llamaron al celular de Luca.

-¿Sí?

-Luca, soy Sofía, estabamos caminando con Martín y nos intentaron robar. El me defendió y le pegaron hasta desmayarlo.

Luca se paró de la silla.

-¿Dónde están?

-En casa, apurate por favor.

-Ok Sofi, en diez minutos estamos allá -colgó -. Martín se desmayó Caro, tenemos que ir para allá.

-A mí dejame en mi casa, no tengo ánimos para ir, perdón.

El la entendía perfectamente pero si la acompañaba hasta su casa iba a tardar media hora.

-Estan en lo de Sofi -intentó convencer a su novia -. Podes quedarte con ella mientras yo me ocupo de mi amigo.

Carolina estaba destruida y Luca parecía no darse cuenta, o eso pensaba ella. Aún así decidió hacerle caso a su novio y fueron para la casa de Sofía.

Al llegar al cuarto de ella, encontraron a Martín tendido en la cama. Estuvieron unos diez minutos mirándolo y atendiéndolo cuando abrió los ojos, se levantó ayudándose de la mesita de luz y se estiró, como si hubiera dormido una larga siesta.

-¡Mi amor! Menos mal que te despertaste -Se adelantó Sofía -. Nos tenías asustados.

Martín la miró a todos con cara de desconfianza.

-¿Quiénes son ustedes?

Cartas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora