CAPITULO 18

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-¿No entrás?

Martín miró a su amigo.

- No. Sabés lo que pienso de Lourdes. Ademá, tengo otros temas...- dijo, y pronunció el nombre "Carolina" en mudo.

-Ah sí, por favor -respondió Luca.

De adentro se escucharon pasos.

-¿Quién es?

-Alguien que quiere verte feliz, y no sufriendo por un estúpido como... no sé, ¿Tomás? -Respondió Martin.

-¿Luca?

Se abrió la puerta. Allí estaba ella, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar, pero con una sonrisa en la cara. A Martín le pareció ridícula, y no era porque le caía mal, sino porque su cara de sufrimiento no encastraba con su sonrisa de oreja a oreja. También le llamó la atencion lo fea que podía estar una chica (por mas linda que sea) cuando llora descontroladamente. Luego de un silencio incómodo, a Lourdes se le borró la sonrisa.

-¿Qué pasa? -preguntó preocupada.

-Nada -respondio Luca -. Admiraba tu belleza. ¿Nos vas a invitar a pasar, o nos vamos a quedar acá?

-Ja ja, perdón. Pasen, pasen.

-Yo no, tengo que ir a hacer otras cosas Lourdes, gracias por la invitación -dijo Martín.

-Ok. Luca, pasá a mi habitación, yo ya voy para allá. Tengo que hablar con Martín.

Los amigos se miraron con cara de "¿Qué pasa?" pero igual, Luca se dirigió al cuarto. Lourdes encaró a Martín.

-Sé que me odiás, pero quería decirte... gracias. Por todo, todo lo que hiciste por nosotros. Él no estaría acá de no ser por vos. Sin vos, nada hubiera salido bien.

-Eso ya lo sé, y dejame decirte que yo sólo quiero ver feliz a Luca, y si esa felicidad la encuentra en vos, voy a hacer todo lo posible para que estén juntos. Pero no me agradezcas, por vos no hice nada. Desde que me besaste en Estados Unidos nuestra amistad se rompió, para siempre.

- Lo llamaste por mí, lo convenciste... -empezó a decir Lourdes.

-No -la cortó Martín -. Vos le habías hecho una carta. Si él la leía, iba a ir a tu casa, así que lo único que hice fue hacer de "carta" para que venga. Además, ese Tomás me cae peor que vos, y eso que mi odio por vos es mucho. Así que no se va a salir con la suya. Con vos no tengo remedio, porque Luca te ama. Pero que te quede bien claro que es por él y no por vos.

Se dio media vuelta y se fue. Había dejado claro la situación con Lourdes. Ahora tenía que dejarla con Carolina.

Al llegar a la casa de Carolina, tocó timbre y abrieron la puerta. No era Carolina, definitivamente, era... perfecta, o eso pensaba Martín. Una cabellera rubia natural que le caía por los hombros, un poco más pequeña de estatura que él, con ojos verdes como los de Luca (pero con un brillo especial, que los hacían los mejores del mundo), una sonrisa mejor que la de Shakira y un cuerpo bien formado. Parecía un angel caído del cielo.

-¿Sos Luca? -preguntó la chica sonriéndole - Ya veo por qué Caro dice que te quería dar un beso, ¡Sos re lindo!

-Gracias, pero yo no soy Luca. Soy su mejor amigo, Martín. Venía para hablar sobre Luca con ella.

La preciosa chica se puso colorada.

-Pasá, pasá. Creo que a Caro no le va a molestar. Por cierto, soy Sofía, pero me dicen Sofi.

Sofía. Hasta el nombre sonaba perfecto. Entraron a la casa y al llegar a un cuarto encontraron a Carolina. Ella lo miró.

-¡Martín! -dijo alegremente mientras le daba un pequeño y amistoso abrazo.

-Hola, ¿Cómo estás Caro? Vine para decirte algo importante.

-Dejame adivinar, Luca volvió con esa gata de Lourdes porque la ama y ella se "decidió" por él, pero él quiere seguir siendo mi amigo porque nos llevamos bien. Además me debe una pelicula, así que amigos o no, lo voy a volver a ver.

Carolina no era estúpida, no era como Lourdes.

-Bueno, una de las pocas veces que me dejan sin palabras. Entonces, me retiro...

Carolina miró rapido a su amiga, quien estaba negando fuertemente con la cabeza, y dijo:

-Quedate, no molestás en nada. Si querés... sólo si querés.

-Supongo que no tengo nada que hacer hoy, así que está bien. Me quedo.

Martin se sentó en un sillón. Carolina miró intrigada a Sofía para saber si era eso lo que ella le estaba diciendo. La gran sonrisa de su amiga fue la respuesta. Sofía se sentó muy pegada a Martín feliz, y él pasó toda la tarde con ellas. A las ocho de la noche, Martín se fue para su casa. Al día siguiente había colegio y tenía que dormir. Sino, se hubiera quedado eternamente al lado de Sofía. La volvería a ver. Miró su celular y sonrió. La tenía agendada, y podían arreglar cualquier día. Tenía que contarle a Luca. Pero decidió hacerlo al otro día en la escuela, ya que él seguramente seguía en lo Lourdes. Suspiró. Hace mucho que no se decían con Luca las cosas felices que les pasaban. Cuando él estaba bien, Martín estaba mal; y viceversa. Mañana iba a ser un día soleado y hermoso. Nada podría arruinarlo. O eso pensaba él...

Cartas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora