Mis ojos están fijos en el frente. Expectante a que dé inicio lo que desde ahora presagio será mi calvario.
El abuelo y papá entran una vez da inicio. La actitud del segundo me sorprende, por momentos se muestra seguro, fuerte, firme ante una victoria sobre la maldad que se ha posado sobre nuestra familia, pero los minutos restantes sus ojos se cubren de una capa de tristeza y temor que me desconcierta.
Le fui sincero al decir que lo amo por encima de todo. Es esa persona que me ha apoyado por encima de todos, mucho más de Phoebe quien según mamá es la luz de sus ojos.
Cierro los ojos un segundo al pronunciar mentalmente su nombre y sentir esa agradable sensación en mi cuerpo. Recordarla tiene la particular hazaña de desestabilizar cada parte de mi cuerpo, crear nuevas u extrañas sensación, y dejarme por completo sumergido en su mundo. Esa pequeña se ha metido dentro de mí, por más que intento mantenerme aislado mi corazón desbocado me recuerda quien es y la importancia que tiene en mi vida.
Prometí no dañarla con mi pasado y presente. No quiero cometer el error de mancharla con mis sombras. No puedo ofrecerle una seguridad que ni yo mismo tengo en estos momentos.
Abro los ojos en el momento justo que llaman a mamá. Se pone de pie, papá deja un beso en sus labios. Ted la anima diciendo que estaremos aquí mientras yo beso su frente en un gesto de respeto y esa seguridad que no obtiene con mis palabras.
Puede que me esté mostrando frío y distante, pero todo esto me llena de nervios. Mamá no ha sido abierta a los recuerdos que ha obtenido y escucharlos en estas circunstancias me mantiene ansioso.
Es una mezcla contradictoria, desesperante. Anhelo saber la verdad a los sucesos que me llevaron a sus brazos. Deseo saber el porqué de todo esto, aunque lo imagino; De la misma forma me siento reticente a aceptarla. Me niego a separarme de mamá, papá, de mis hermanos y principalmente de Phoebe. Me niego a separarme de lo que hasta hoy considero lo mejor que la vida me pudo regalar, mi familia.
—¿Estás bien? —pregunta Ted.
Lo miro asintiendo.
—Sí. —Vuelvo la mirada al frente escuchando a mamá relatar esa parte dolorosa de su vida.
—Sam no quita la mirada de ti. —Lo diviso al otro extremo de la sala.
Es extraña la sensación que sus manos despertaron en mí. Una sensación de calidez me cubrió y por un segundo me vi con sentimientos encontrados. Definitivamente es estúpido detenerme a analizar esa sensación que a los segundos me hizo sentir incómodo. Ese hombre y su mirada penetrante no me dan buena espina, por lo tanto, prefiero un largo camino de distancia y lo consigo prestando atención a la audiencia.
En un segundo Raymond —mi abuelo, se burla mi subconsciente—, desmiente los hechos de mamá. Llevo la mirada a papá en el momento justo que se pone de pie alterado. Me acerco junto a Ted y le pedimos que se abstenga de hacer un escándalo. El juez solicita silencio para darle la palabra al imbécil que intenta por todos los medios denigrar a mi madre.
Papá toma asiento abruptamente y eso capta considerablemente mi atención. Tensa su mandíbula e inhala profundamente. Me abstengo de preguntarle si está bien, en sus respuestas se parece a mamá, siempre están bien, aunque el mundo se les está viniendo encima. En este tiempo he aprendido a conocerlo. Christian es tan tozudo o más que mamá. La seguridad de su familia es lo único importante para él, además de guardar información que afirma no nos concierne siendo él la cabeza de la familia.
Lo admiro. Su perseverancia en momentos difíciles ha sido impresionante. El optimismo ha sido ese pilar que lo impulsó a formar lo que ahora ama más que a él mismo. Su fuerza radica en el amor y lo expresa. Se ha vuelto un hombre totalmente abierto en casa, pero una vez sale de ella se vuelve imponente, autoritario, intimidante y fuerte, capaz de arrasar con el mundo entero si se lo propone.
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Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)
Hayran KurguPrimer libro de los hermanos Grey en La sombra de mi ángel. Historia Registrada. Está prohibida su adaptación o reproducción.