Papá entra al comedor bañado y vestido. Lo miro con una sonrisa intentando animar ese estado que hasta hace pocos estaba por los suelos.
—¿Tu madre? —pregunta con un dejo de tristeza.
¡Ay mamá! ¿Cómo no comprendes que este hombre respira por tu nombre?
—Con Phoebe y mis hermanos. ¿Cómo te sientes? —Hace un gesto de labios.
—¿Cómo crees? —Niego con la cabeza.
—Vaya manera la de afrontar tus problemas, papá. Muy maduro de tu parte. —Me fulmina con la mirada.
—Ni hables, que no eres un ejemplo a seguir. —Contengo las ganas de reír por la manera en que me devuelve la pelota.
En eso se parece tanto a Ted y Christopher.
—¿Qué piensas hacer con mamá para que vuelva? —Suspira profundamente viendo el plato de comida frente a él. —Come, por favor.
Resopla.
—No lo sé. —Frunzo el ceño por su tono pensativo. —Es sorprendente que sea un genio para los negocios y un fracaso para reparar mi vida sentimental. —Le sonrío empático.
—Creo que en eso nos parecemos. —Me observa intrigado. —Pelear con Phoebe me inhabilita el cerebro, no sé cómo actuar y peor es cuando la culpa de todo es mía. —Sonrío al recordando aquella escena en el ascensor, cuando discutimos por su amor de hermanos por Alexander. —El único paso es aceptar la culpa y hablarlo. La comunicación entre los dos ha sido tan firme que solemos resolver todo así, dejando que sean los sentimientos los que hablen por los dos. Al final todo se resume a una diferencia pasajera que nos sirve para conocer nuestros puntos débiles. En ella, su increíble inteligencia y capacidad de decisiones radicales, en mí, los celos obsesivos que me vuelven un total cavernícola. —Sonríe mirándome fijamente.
—Me recuerdas tanto a nosotros cuando empezamos. —El timbre de su voz es melancólico. —Nuestras discusiones eran un punto de inestabilidad para ambos. Al inicio no encontramos la manera de hacerlo funcionar, pero luego descubrí que hablar era lo mejor que podía hacer. Había vivido tantos años siendo independiente, autosuficiente, receloso, que mis opiniones las reservaba para mí mismo. Era yo quien me juzgaba, quien hablaba y escuchaba a mi subconsciente, incluso, me auto castigaba. Pensaba que mostrarle mis inquietudes abiertamente era una muestra de debilidad, pero a tiempo comprendí que ya no había tal vulnerabilidad. Amar a tu madre ya me hacía débil, sumiso a su amor y cedí, comprendí entonces que necesitaba hacerlo funcionar para no perderla y lo logré, logré encontrar ese balance entre la comunicación, el amor y mi deber como hombre para cuidarla hasta de ella misma.
Amplía su sonrisa sin borrar la tristeza de sus ojos.
—Eran tiempos increíbles. No digo que los de ahora sean malos —se apresura a corregirse—, al contrario, son mejores, pero esa parte de mi pasado, ese momento en que la conocí, en que me volví un acosador por ella, fueron momentos que guardo como el más valioso de los tesoros. Si ella pudiera recordarlo, entendería que la amo más de lo que cualquiera en este planeta pudiera amar a otro mortal. —Decir que me sorprenden sus palabras es poco, la profundidad, el sentimiento que llevan las mismas erizan cada vello de mi piel.
—¿Por qué no hablas nuevamente con ella? —Ladea la cabeza de un lado a otro.
—Lo haré, hijo, pero cuando haga algo que ha venido a mi mente. —Lo miro ansioso por saber eso... —Solo lo sabrá tu madre. —Bufo, causando una carcajada en él. Eso es mucho viniendo de aquel hombre que encontré en un estado deplorable. —Para lo que quiero necesito de ustedes. —Frunzo el ceño.
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Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)
FanfictionPrimer libro de los hermanos Grey en La sombra de mi ángel. Historia Registrada. Está prohibida su adaptación o reproducción.