Capítulo 60 || Nada se ha ido.

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—No estoy de acuerdo con la forma en que le hablaste a tus padres —recrimina Leo al otro lado del teléfono—. Están muy preocupados, inclusive Christian quedó totalmente afectado.

La presión en mi pecho incrementa.

—Lo sé. Ahora siente lo que sentí cuando me restregó que no es mi padre. —Su bufido resopla en el auricular.

Observo mi apariencia en el espejo. Los golpes y moretones han sido borrados. La espera para que se desvanecieran ha sido sumamente larga. Diez malditos días duré intentando borrar las marcas de aquellos golpes, no podría presentarme frente a mi mujer con rastro de una maldita pelea. Phoebe es una mujer muy perspicaz, sagaz, intuitiva. Fácilmente sacaría conclusiones y tomando en cuenta su estado hormonal terminaría por enviar a la mierda a su padre y hermano y eso es algo que no podía permitir.

Veinticuatro horas han pasado de su despertar. Las ansias de volver y estrecharla entre mis brazos eran tan grandes, pero a la misma vez me retenía ese ataque de ansiedad que me consumía por saberme nuevamente a la deriva.

—¿Es algún tipo de venganza? —Miro al hombre que aguarda a mi espalda, me observa con una media sonrisa antes de asentir al sonido de mi teléfono en manos libres.

—No. Debo dejarte, voy de salida, nos vemos en unas horas —resopla.

—Está bien, Damon. Solamente quiero pedirte que pienses bien algo: No importan las palabras, quien realmente define todo son los actos y en la vida todo tiene un peso. Piensa muy bien en los buenos momentos que pasaste, ellos tienen un valor, búscalo y compara. Estoy seguro que has sido feliz, verdaderamente feliz junto a Christian, que en todos los desagradables años que viviste junto a aquel farsante que un día llamaste padre. —Cuelga, dejando un certero golpe al pecho con aquellas palabras.


Esta es la parte agradable de Leo, esa en la que su sinceridad se impone, pero también su inteligencia, la capacidad que tiene para definir, analizar, resolver cualquier conflicto.

Cierro los ojos inhalando profundamente.

—Tu mano derecha tiene mucha razón —la voz profunda de John resuena en la cerrada habitación—. La vida es un manual de inexperiencia, de tropiezos y caídas, pero también de alegrías y tristezas. El amor y el odio la definen como sentimientos contradictorios, pero realmente son iguales. Ambos tienen la misma intensidad, el mismo valor. Yo lo llamo el bien y el mal. —Sé a dónde quiere llegar.

—No lo odio, John. Mi corazón no alberga tal sentimiento. —Sus ojos claros me observan fijamente, atentos a través del espejo.

—¿Cómo lo sabes? —Arquea una ceja levemente. —¿Cómo puedes saber que realmente no lo odias si guardas resentimiento? —Niego con vehemencia.

Me giro para encararlo. John ha sido mi apoyo incondicional desde el día dos que decidí buscar ayuda para que mis sentimientos hacia todos no cambiaran. Los primeros dos días fueron los peores. Desde que descubrí mi origen no me sentía tan devastado como hasta ese momento. Llorar de alguna manera fue liberador, el mar fue testigo de ese grito que guardaba en mi garganta. Me quebré por completo, pero entre todo ello una luz me obligo a repararme. La imagen de mi pequeña y mi hijo llegaron para obligarme a levantarme de esa mullida cama de autocompasión en la que permanecí dos malditos días sin comer, beber agua o bañarme.

—Porque no hay ira. No hay tal resentimiento. Odiarlos sería odiarme a mí, odiar a mi mujer y peor, odiar a mi hijo y no puedo. No me nace un pensamiento destructivo hacia él. No quiero hacerlos sufrir, aunque sus palabras me hayan causado mucho, un dolor inimaginable. —Permanece con la misma expresión.

Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora