Cinco pares de ojos me observan en completo silencio incrementando mi jodido estado nervioso. Desde que desperté siento que algo en mi alrededor ha cambiado y no es el hecho de saber que seré padre de dos bebés.
—¿Te sientes mejor? —Asiento después de beber un sorbo de agua fresca. El líquido baja con dificultad. El nudo que se ha cernido sobre mi garganta amenaza con ahogarme.
¿Dos?
¡¿Dos?!
¿Cómo querían que lo tomara? En segundos he pasado de asimilar que un pequeño absorbería mi vida, para ahora aceptar un segundo después dos. No es fácil, para nada fácil. Lo peor de todo es que nada puedo hacer contra eso, es la ley que me está imponiendo la vida y me toca aceptarla, aunque en estos momentos sienta ganas de correr, correr tanto hasta que el nudo en mi garganta y pecho deje de estar, evaporarse.
Mi pequeña me observa temerosa. Sus preciosos ojos albergan ese temor a mis siguientes palabras y me maldigo por haber exteriorizado mi mal sentir sobre la noticia quedando sin sentido. Ella menos que nadie merece sentir miedo a vivir una experiencia conmigo.
Esto era lo que quería cuando acepté dejarla entrar en mi vida. Fueron dos largos años en que la amé en silencio, a la distancia. Dos largos años en que añore tenerla junto a mí y no dejarla escapar jamás. Ahora está aquí, ofreciéndome en bandeja de oro una familia, asegurándome que dos partes de nuestros sentimientos vienen en camino y le hace ilusión, se ve rebosante de amor y felicidad por la noticia. Le emociona disfrutar esta etapa de su vida junto a mí.
Lo menos que puedo hacer es corresponderle a ello, por eso me inclino hacia adelante llevando la mano a su mejilla.
—Estoy bien, princesa. —Ese sentir temeroso permanece en sus hermosos ojos.
Sabe que, a pesar de mis palabras, estoy muy lejos de estar bien. Saber que sería padre desestabilizaba mi vida, era un terreno nuevo inexplorado que me aterraba por los riesgos que encontraría. Era un rol que jamás había deseado desempeñar, sentía que no había nacido para algo como ello, y ahora... ¿dos?
—Era algo que debía esperarse, Damon. —La voz de papá me saca de la visión de mi princesa.
A diferencia de su hija, sus ojos me observan cautelosos, inquietos. Le he explicado mis miedos. Me abrí con tanta sinceridad sobre esa sombra que ha manchado mi vida, que ahora, después de horas, parece conocerme mejor que yo mismo. Es como si leyera mi mente.
—Es cierto —concuerda Christopher—. Eres mellizo, y las probabilidades que mi hermana tuviera un embarazo múltiple eran por lo mucho de cinco en diez.
Ted se carcajea fuertemente. ¿Será posible que Elliot y él sean tan idénticos en su personalidad? Papá y Elliot no son hermanos de sangre, pero joder, su hijo a copiado tanto su personalidad que deja en duda su lazo sanguíneo.
—Tu cara de galleta es divertida. —Papá lo fulmina con la mirada, pero el hace caso omiso. —La próxima vez que quieras desmayarte como damisela me avisas.
Suspiro profundamente para no mandarlo a la mierda. Doy gracias a Dios que solamente estemos nosotros, no podría con él y el tío Elliot.
—Ted, por favor. —Lo reprende mamá.
Papá ríe por algo.
—No salgo del asombro. —Ignora la advertencia de mamá. Rodea la cama de mi princesa. Se sienta junto a ella llevando la mano a su vientre abultado. —¿Dos? —posa su mirada en mí sonriendo con malicia. —Tienes una puntería del carajo, hermano. Me recuerdas advertirle a mi hermana que no se embarace más. Seguramente sigue teniendo gemelares y por más que me gusten los niños, no creo conveniente aportar tanto al censo nacional. —Aprieto los dientes enojado por sus idioteces. —¿Se imaginan? Sería reconocido por tener un equipo de fútbol en casa. —¡Hasta aquí!
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Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)
FanficPrimer libro de los hermanos Grey en La sombra de mi ángel. Historia Registrada. Está prohibida su adaptación o reproducción.