Capítulo 47 || Te odio

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Mi vista se centra en los edificios colindantes que deja ver el ventanal del salón. Bebo de mi taza de café caliente pensando en lo que haré desde ahora. He pasado la peor de las noches, recordar una y otra vez al amor de mi vida en brazos de otro es sumamente inquietante y duele, es ese dolor el que no me permitió dormir.

Samuel salió temprano todavía conmocionado por mi confesión de anoche. No me juzgó y me agradó, supo comprender que hay situaciones que no se pueden remediar y aunque lo vi apresurado, aseguró que le emocionaba comprar regalos para bebés. 

Se vuelve imposible, el idiota. 

Regresó hace una hora con una muy preocupada Ariadna y Liss que me miran compasivos haciendo que empiece a enojarme. Todos me ven como alguien débil, incapaz de soportar una mala racha en el amor y no es así, estoy aquí, de pie, con un dolor en el alma, pero al final vivo y la vida debe seguir, eso lo dice tantas veces papá que ya se ha vuelto mi mantra.

—Ted se emborrachó —dice Ariadna relatando los sucesos de casa—. Nunca había visto a Christian tan enojado. 

No lo dudo, recuerdo fugazmente su rostro al ver a Alexander inconsciente en el suelo. 

—¿Phoebe? —pregunta Samuel con cautela. 

Mi cuerpo se tensa repentinamente.

Mi corazón vuelve a latir con esa fuerza sobrenatural que altera mi sistema volviendo mi cuerpo tembloroso, inquieto.

—Se puso muy mal. —Vuelvo la mirada a ella rápidamente. —Liss y Anastasia la atendieron en su habitación.

Maldición.

Puede que esté furiosa con ella, pero eso no quita que me preocupe su estado. Shang me aseguró que no debía sobresaltarse, mantener una tranquilidad que en este momento no tiene.

—¿Cómo está? ¿La viste hoy? —pregunto, la desesperación es palpable en mi voz.

Niega con tristeza.

—No, hablé con Anastasia. No me dio muchos detalles, solo que estaba muy deprimida. —Asiento dejando escapar el aire que no sabía retenía.

Vuelvo la mirada al frente.

—¿Has pensado hablar con ella? —pregunta Samuel.

Vuelvo a asentir.

—Si, no ahora. Necesito este tiempo para asimilar lo que sucedió.

—Eso es un avance —asegura Samuel.

El silencio de Liss me inquieta, por eso vuelvo la mirada a ella que me observa fijamente. 

—Dilo —la insto, sé que quiere decir algo. 

—Eres un idiota. —Arqueo una ceja sorprendido por su juego de palabras.

Liss es tan tranquila, en ella no caben groserías ni malas palabras.

—Wow —exclama sorprendido Samuel—. En peleas de mellizos no me meto.

—¿Por qué? —mi voz sigue igual, neutra, tan relajada que seguramente le extraña.

—Ella no lo besó, te confundió con Alex. —Entrecierro los ojos sin creerle. —La ida al baño era una excusa para escaparse contigo. Esperaba que captaras la indirecta. Obviamente cuando Alex tomo su mano y la giro sorpresivamente ella correspondió el beso pensando que eras tú.

—¿Cuánto tiempo le costó darse cuenta que no eran mis labios? —Sabe que no le creo.

—El mismo en que entraste. —Bufo. 

—A otro idiota con ese cuento. —Me pongo de pie.

Intento pasar de ellas a la cocina, pero me detengo abruptamente al ver una muy preocupada Amanda en frente.

La miro sin expresión alguna.

—Buenos días, hijo. —Guardo la compostura a la sensación desagradable que me recorre al verla.

—Buenos días —respondo tajante. Paso de ella a la cocina, escucho los pequeños murmullos que no le presto atención.

Lavo la taza, seco y coloco en su lugar. Camino al salón por mi teléfono que ha quedado en la mesa de centro.

—Quería saber cómo estabas. Por tus hermanas supe que terminaste con tu novia. —Tomo asiento ignorando sus palabras. Sé lo que le desagrada mi princesa. No necesito ahora su maldita hipocresía. —Quiero reiterarte que estamos para ti. Somos tu familia y no te dejaremos solo.

La miro. 

Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora