La primera que posa sus ojos en mí es Diana.
Se pone de pie abruptamente con sus ojos abierto como platos al punto de pensar en que se saldrán de su lugar.
—Damon —susurra bajo, pero lo suficiente alto para que Amanda la escuche y gire su cabeza hacia la entrada del vestíbulo donde las miro sin poder creerlo.
¿Se conocen?
—¡Hijo! —exclama igual de sorprendida.
¿Qué mierda sucede aquí?
Me acerco lentamente, buscando un motivo a la presencia de Diana en esta casa y la única que llega es absolutamente terrible, desagradable en su simple actuar.
—¿Qué haces tú aquí? —miro directamente a la pelirroja que mira a Amanda totalmente aterrada y luego a mí.
—Damon... Yo... —tartamudea, mira nuevamente a Amanda en busca de ayuda—. Vine a visitar a Amanda.
Entrecierro los ojos si creerle una mierda. Su respiración se ha vuelto totalmente irregular. Aprieta sus manos evitando el temblor de su cuerpo que es notorio.
—¿Visitar a Amanda? —pregunto fingiendo confusión—. ¿Me crees estúpido, Diana?
Abre más, de ser posible, los ojos. No soy tonto. Estas mujeres se hablaban y sonreían con mucha naturalidad, como si se conocieran de siempre.
—¿Por qué no puede visitarme? —Interviene Amanda.
La miro sin esconder el desagrado que me causa. Sus ojos verdes me miran desafiante, buscando intimidarme sin conseguirlo. Ya no soy un niño, no soy el idiota que todos creen pueden manipular, controla a su maldito antojo.
—Porque nadie que comparta contigo es confiable. Todo lo que tocas o miras lo contaminas. —Las puertas de la ira contenida, el resentimiento y odio que me produce se abren y no lo controlo. —¿Quién mierda te crees para ir a mi casa e insultar a mi mujer? —No me sorprende la carcajada que expulsan sus labios.
—¿Tu casa? —pregunta fingiendo diversión. Sus ojos se han vuelto oscuros—. ¿Tu mujer? No me hagas reír. Ni esa es tu casa, ni esa niña es digna de llamarla tu mujer. —Ahora soy yo quien plasma una sonrisa en mis labios.
—¿Qué puedes saber tú de dignidad? ¿Qué puedes saber tú de ser una autentica mujer? Ni siquiera has sabido completar tu labor de madre. —Aprieta sus labios.
—No te permito... —la interrumpo cabreado.
—¡El que no te permite que te inmiscuyas en su vida soy yo¡ —Retrocede alarmada por mi grito. Sus ojos se tornan cristalinos, pero la ira me tiene en un punto muerto, cegado por el odio, recordando el llanto de mi pequeña, sus lágrimas y la firmeza con que defendió a nuestro bebé. —Estoy harto que te creas con derechos que no posees. Entiéndelo, no soy tu maldito hijo.
—Lo eres, aunque te enfurezca. —Aprieto los dientes controlando las ganas de insultarla a mis anchas. —Y ya que estamos hablando claro te hago saber que ese bastardo está muy lejos de ser un Hunt. —¡Jodida mujer de mierda!
¿Bastardo?
¡La mato!
—¡Amanda! —el grito de Sam me detiene cuando siento que mi cuerpo se impulsa hacia ella—. ¡¿Qué mierda crees que haces?!
Se detener frente a ella furioso. Impidiendo totalmente que llegue a ella.
—Diciendo la verdad. Esa niña jamás formara parte de nuestra familia...
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Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)
Fiksi PenggemarPrimer libro de los hermanos Grey en La sombra de mi ángel. Historia Registrada. Está prohibida su adaptación o reproducción.