La despedida de mi princesa ha sido el segundo peor momento de mi vida desde que nuestra relación se estableció. Ver sus lágrimas, sentir su ansiedad, la desesperación, esa angustia que lleva su ruego de regreso creó un vacío que estruja mi pecho.
No sé qué me depara este encierro, no sé cuánto tiempo estaré lejos de mi familia encerrado entre cuatro malditas paredes y rejas, no sé cómo termina esta historia, pero algo que empieza a pesarme es el peso que lleva mi vida.
Todos están optimistas, mis tíos y abuelos me alentaron a ser fuerte, me dieron esa fuerza que necesite para entrar al auto y armarme de paciencia y positivismo, pero ahora que el auto se ha detenido en la entrada del ministerio público todo se ha ido a la mierda.
Vuelvo a despedirme de mamá, y a diferencia de mi princesa, guarda sus lágrimas y angustia. La enredo entre mis brazos con fuerza. Sintiendo un nudo en la garganta que amenaza con asfixiarme. Me empapo de su aroma, ese dulce olor que siempre, aun en mis peores momentos, ha logrado calmarme, llenarme de paz, si hay alguien que en medio de mis peores tormentas logra darme serenidad, me induce fuerzas es ella, Anastasia.
Toda mi vida he sido dependiente y no me quejo, me gusta sentir que necesito un motivo para cada hecho, Anastasia desde que tengo consciencia ha sido un verdadero ángel. Es mi madre, la única mujer, y aunque me pese decirlo es la verdad, por encima de mi princesa, que podría matarme por completo. Me he aferrado a ella, la amo más que nada y aunque dicen que el amor hacia una madre se hace fuerte por el linaje sanguíneo, en mí es todo lo contrario. La amo más que a nada, mi más profundo deseo es ser su verdadero hijo y que su presencia en esta tierra sea eterna.
—Te amo, mamá —susurro solo para ella.
Sus manos me aprietan. Sé que siente el mismo miedo que yo, que esto se complique y termine pagando por hechos que no propicié.
Dejo un beso que tarda más de lo normal en su frente y luego en su mejilla. Miro a papá que me observa con culpa.
Me brinda sus brazos que me aprietan igual de fuerte.
—Lo siento, hijo —susurra, puedo palpar su tristeza en su voz.
—No eres culpable de nada. En todo caso eres culpable de demostrarme que me amas y buscar lo mejor para mí. —Me alejo viéndolo a los ojos. Jamás lo podría culpar por esto, me ha demostrado una y otra vez que me ama, y eso es lo que marcó una diferencia abismal con Arthur. Christian desde el día uno se mostró solícito, lo admiré al ver cómo defendió a los suyos frente a las adversidades, me escucho, alentó en mis metas. Se ha portado como un padre incondicional, todos me han acogido sin importar que no lleve la sangre de los Grey y eso me une a ellos. —Estaré bien.
—Lo sé, hijo.
—Vamos —dice el tío Max.
El abuelo me guía a una habitación con un ventanal con vista a la carretera principal, y al fondo el verde que rodea la ciudad.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunta Taylor confundido.
—Estarán aquí hasta que agilizamos los trámites. Así lo solicitó Christian. —Taylor asiento tomando asiento en el sofá de cuero.
Por las siguientes horas tomo asiento en la silla que aguarda junto al ventanal. Observo la vista mientras Taylor hace conversación de todo en general. Le hago preguntas sobre su vida que responde sin titubear. Poco a poco voy descubriendo cosas de la vida Grey que desconocía.
Siempre me pregunte por la decena de seguridad que contratan, y comprendo que forman parte de la agencia de seguridad de la familia. Tenía que ser obvio, alguien con tanto dinero posee todo. Taylor bromea alegando que papá tiene más bienes de los que yo podría imaginar.
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Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)
FanfictionPrimer libro de los hermanos Grey en La sombra de mi ángel. Historia Registrada. Está prohibida su adaptación o reproducción.