• DÍA #0 •
La recepción pasó más lento de lo que ambos hubieran pensado. En ningún momento pudieron alejarse el uno del otro debido a la mirada gélida del Líder Hyuga, quien debía soportar la desmesurada carga de su hija al obligarla a casarse con ese muchacho sin poder confesar las trampas que utilizaron los ancianos en su contra para que se llevase a cabo.
— Esto es tan molesto. —Limitó a expresar con leve enfado mientras tiraba del cuello del kimono ceremonial masculino oscuro que lo hacía lucir tan varonil y atractivo. Ella posó su ojos en él por menos de un segundo antes de seguir con un rostro decaído por recordar a Naruto; nunca regresó, siquiera, para felicitarla.
— Hinata-sama. —La voz de su dulce cuidador provino desde un costado. — La habitación ya está preparada para que ambos descansen. —ella respondió con una mohína sonrisa al saber que su niñero se había percatado del estado en la presente ceremonia.
— Gracias, Ko-san, pero no me encuentro fatigada. —expresó sin ese característico tono tímido–alegre; de todas formas su tono sonó amable y respetuoso. Su condición completa estaba carente de toda chispa de esperanza; acto que deprimía a su niñero.
— Pues yo sí. —manifestó Sasuke colocando una mano en el suelo para incorporarse y ausentarse de aquella hipócrita fiesta. — Todo esto me tiene harto.
Antes de poder dar un paso lejos de ella, el Líder del Clan, Hiashi, se colocó delante de ambos para dirigir unas palabras a los invitados.
— La pareja agradece su presencia al matrimonio. Ahora se retiran a sus aposentos. —Hiashi realizó una reverencia que los asistentes imitaron. La mirada severa de su padre sobre ella era la indicación precisa para acompañar a su esposo y evitar habladurías en ambas Ramas; con ello desapareció entre los demás.
Volteó, pero Sasuke ya no estaba a su lado; o en la sala.
Antes de poder notarlo ya se encontraba delante de la puerta de su alcoba; ubicada en el ala más alejada de la residencia. Tocó un par de veces y no recibió respuesta. Volvió a tocar y seguía todo en silencio. Así decidió abrir la puerta con sigilo creyendo que él se encontraba en el cuarto de aseo, pero contempló confundida el actuar del muchacho; colocaba sobre unas almohadas un par de sábanas en el extremo opuesto de la habitación.
— Creí que... no había nadie. —comentó a tono bajo mientras cerraba la puerta con cuidado de no hacer ruido.
— Es nuestra habitación. —respondió algo sarcástico. — Dudo que alguien más llegue esta noche.
Sasuke terminó de arreglar su cama improvisada, tomó unas toallas del estante y la vio de pie, observando desconcertada por la acción realizada con las cobijas y, quizá, por el comentario. Suspiró fastidiado y rodó los ojos sabiendo que debía aclarar ciertos puntos si ahora vivirían juntos.
— Mira, Hyuga. Esto del matrimonio me sorprendió tanto, como el hecho de saber que la designada eras tú. Si hubiera analizado un poco más la opción de prisión perpetua, créeme, hubiera preferido pudrirme en el calabozo a casarme contigo.
Su respiración se detuvo en breve al saber que, la posibilidad de terminar el resto de su vida en la mazmorra más cruenta, era mejor que verla como una compañera digna. La expresión que mostraba la unión forzada en lugar de herirla, la frustraba, pues ese comentario sólo le mantendría presente siempre que la persona a su lado, por el resto de la vida, no sería Naruto; su primer amor.
Él prosiguió.
— Todo esto es culpa de quienes realmente dirigen la aldea. ¡Estúpidos viejos! Creen que no capté la idea de tener un hijo con una Hyuga. —Hinata no pudo evitar demostrar asombro. — Sí, lo que oíste. —repitió con indiferencia. — Ellos sólo buscan un descendiente de los dos clanes más poderoso de Konoha.
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Camino ninja del sentimiento
FanfictionDespués de dos largos años de viaje, Sasuke regresa para cumplir con la última disposición del Concejo de Ancianos: casarse por conveniencia. Cuando le dijeron que la Heredera Hyuga era la designada le dio igual, al fin y al cabo su vida ya no tenía...