Nuestra decisión sobre un hijo

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• DÍA #320 •

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Movía sus caderas de adelante hacia atrás con un ritmo constante que lo tenía embelesado. Sus manos reposaban sobre sus pectorales para darse agarre y continuar agitándose entre sus piernas. Esa larga cabellera danzaba al son de su cuerpo al igual que sus pechos. Gracias al frío de la estación en el exterior era capaz de ver el vapor de la respiración escapar de esos labios de donde quería escuchar su nombre una vez más.

Aaah...

Él levantó la mano para acariciar su mejilla, ella abrió los ojos y al chocar miradas sonrojó el doble al contemplarlo a los ojos. Apartó sus pupilas hacia un costado y aminoró el ritmo. ¿Cómo era capaz de seguir sintiendo vergüenza delante de él después de tantas veces juntos? No lo sabía y estaba cien por ciento seguro de que esa parte de ella jamás iba a cambiar sin importar cuantas veces lo hicieran.

Poco a poco apartó la espalda de las sábanas, acarició sus muslos, recorrió su cintura hasta llegar a la espalda y lamió desde la clavícula hasta la oreja para morder el lóbulo con maldad. Un quejido escapó de ella haciéndola temblar entre sus brazos. La recostó sin apartar su boca de la salada piel perla del cuello. Las cosquillas que le causaba con la lengua la estremecían y sentía esos finos dedos enterrarse en la piel de su pecho con bochorno.

— ¡Sa... Sasuke-kun! —Exclamó ella cuando, con toda la intención, sintió un mordisco en el hombro.

Sasuke se apartó de ella y la contempló a los ojos con esa energía sexy y oscura que la perdía en el deseo cada vez que estaban en aquella situación.

Mientras no estoy, cada vez que te bañes te acordarás de mí. —murmuró despacio, acercándose a sus labios para tomarlos prisioneros mientras el resto de su cuerpo empezaba a acomodarse entre el suyo.

Sólo cuando era realmente necesario respirar de nuevo, él la dejaba libre de sus besos. Él volvió a recorrer su piel hasta llegar cerca del ombligo, donde se apartó unos milímetros.

No hagas un solo sonido y este será el último. —dijo con la respiración provocándole cosquillas en el vientre.

Mmh... ¡Ah! —Ella apretó los labios, pero las manos de Sasuke juguetearon entre sus piernas y no pudo mantenerse en silencio.

E-eso... E-eso fue...

— ¿Trampa? —interrumpió él con media sonrisa que provocó en ella una estrepitosa aceleración en el corazón.

Sasuke se apartó de su cuerpo, colocó las rodillas en la cama y tiró de ella para acercarla a él. Con la yemas de los dedos le provocó cosquillas en las piernas. Ella intentó cerrarlas porque, aunque era Sasuke el que estaba entre ellas, la posición y su mirada dominante sólo la sofocaba más y más con las caricias de sus dedos en la piel.

E... Eres... E-eres un pe-per-perver... —intentó decirlo como un reproche, pero no importaba qué le dijera ella, Sasuke siempre conseguía hacerla sentir más azorada que antes. Él se apartó y la sujetó de la cintura con firmeza para recostarla boca abajo. Ella no reaccionó hasta que él se colocó sobre ella. — ¿Eh? —Hinata intentó girar, pero él no se lo permitió recostándose sobre ella por completo. — ¡Q-q-qué...!

Estoy haciendo lo que pediste. —murmuró en su oído.

— ¡P-p-pero si yo n-no, yo n-n-no...!

Sssshh... —expresó él en su oído y de forma instintiva apretó las sábanas al sentir cómo entraba por su intimidad. Ella no lograba comprender aún si las sensaciones que experimentaba cada una de las veces que estaban en la cama se debían a que Sasuke siempre tomaba el control de una manera distinta o si sólo el sencillo hecho de que fuera él quien la estuviera tocando elevaba la temperatura de su cuerpo hasta hacerla estallar.

Camino ninja del sentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora