.
• DÍA #55 •
.
De un momento a otro se encontraba rodeado de un aroma extraño; flores. ¡Demasiadas flores para su gusto! Pero debía admitir que el aroma era relajante; estaba caminando dentro de un bosque y llevaba puesta su capa para resguardarse de la lluvia. Respiró profundo y cerró los ojos mientras se dejaba llevar por esa sensación tan serena y tranquila que hace tanto no constataba por su cuenta.
Abrió los ojos de golpe y se puso en guardia cuando un murmullo llegó desde su izquierda.
— ...aru.
Esa voz era suave como el viento, cálida como el sol. Sus pies empezaron a dirigirlo hacia las profundidades del bosque en busca de la voz. Porque era una voz... ¿cierto?
Colocó la mano en el mango de la chokuto, su fiel compañera de viajes, y se agachó levemente mientras entraba a hurtadillas. « ¡Pero qué–!» Unos brazos lo sujetaron por la espalda. ¡Cómo era posible que bajara la guardia tanto! ¡Por qué demonios no se podía mover! ¿Había sido paralizado con algún tipo de droga? Los brazos hicieron presión, pero no era algo que lo asfixiara. No lo estaban matando. Más bien, sentía como si su agresor estuviera... ¿acomodándose?
— cias... Akamaru.
« ¿Akamaru? »
Ese era el nombre del animal compañero de Kiba, pero al mirar los brazos de su agresor no eran musculosos, o peludos, sino delgados, suaves y de piel blanca. Giró el cuerpo cuando fue capaz de recuperar el movimiento de su sistema.
.
Abrió los ojos lentamente y esa suave presión en su cuerpo lo alteró unos segundos. Divisó el tono del cielo por la ventana; estaba amaneciendo. Había una fuerte lluvia en el exterior que hacía de la habitación un lugar frío. No así, su cuerpo estaba cálido. Llevó la cabeza hacia abajo para encontrar el problema, pero se topó con algo mucho peor: Hinata. Quiso mover su brazo para liberarse del abrazo, pero ella lo tenía prisionero entre sus... sus...
Rodó los ojos mientras esa sensación de incomodidad lo obligaba a estar lo más quieto que jamás podría haber estado en toda su vida.
Su cuerpo estaba ligeramente tenso. Respiró profundo un par de veces para relajarse. Esperaría el momento oportuno en el que ella se moviera por cuenta propia para deshacer el apretón y levantarse de esa cama. Bajó la mirada una vez más para toparse con su cabellera azul. Podía sentir su respiración pausada y, aunque el cuarto estaba algo helado, ella desprendía una calidez propia... Pero no lo suficiente, al parecer. Pues se adueñó de su cuerpo comparándolo con la mascota de su compañero.
— Tss...
Ese suave chasquido la separó de él lo suficiente como para liberarse. Suspiró aliviado, tomó asiento y apoyó la cabeza contra la pared. Observó su brazo, su muñeca, y recordó su gentil tacto. Ladeó la cabeza un poco, el flequillo abrió una ventana por la cual la miró. Ella estaba en una posición fetal, obviamente intentando calentarse en esa fría mañana de primavera. En ese momento se dio cuenta que la bolsa de dormir que le puso anoche se había rodado. Tiritó un poco mientras la suavidad de su tos se esparcía en el silencio.
Había olvidado que estaba resfriada.
Salió de la cama rumbo al baño. A centímetros de cerrar la puerta, regresó y la cubrió hasta los hombros con la cobija, volvió a colocar la bolsa de dormir sobre su cuerpo y ella sonrió en sus sueños con agradecimiento. Como un reflejo automático, él también sonrió de una forma muy sutil, pero fue lo suficientemente extraño como para quedar perdido en el vacío por unos segundos. Sacudió la cabeza un poco, rascó su nuca y regresó al baño, para su acostumbrada ducha matinal, con esa pequeña sensación cálida en su mente por el gesto que ella realizó al arroparla.
ESTÁS LEYENDO
Camino ninja del sentimiento
FanfictionDespués de dos largos años de viaje, Sasuke regresa para cumplir con la última disposición del Concejo de Ancianos: casarse por conveniencia. Cuando le dijeron que la Heredera Hyuga era la designada le dio igual, al fin y al cabo su vida ya no tenía...