Nuestra casa propia

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• DÍA #166 •

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Estaba sentada en una pequeña barca rodeada de agua cristalina; a lo lejos se divisaba una costa boscosa. El sol era radiante y el aroma del aire era embriagador y refrescante. No recordaba cómo había llegado a ese lugar, pero al inspeccionar el sitio notó que llevaba un hermoso vestido corto de tono pastel, llevaba un peinado de coleta a un costado y la cubría una sombrilla; le faltaba un zapato. — ¡Kya! —gritó cuando del agua salió un hombre. Al reconocerlo se calmó y lo ayudó a subir— Sasuke-kun, ¿estás bien? —él le extendió su zapato, ella lo tomó y él llevó hacia atrás el cabello con un movimiento de la mano. Entonces comprendió.

— Para la próxima —advirtió tranquilo y algo coqueto, por lo que ella levantó la mirada con rapidez— si quieres que me quite la ropa sólo pídelo. —agregó con una mirada fija en ella mientras se despojaba de la camisa empapada, ella no sonrojó, pero sí se sintió avergonzada de que terminara empapado por su descuido. Antes de poder disculparse, o indicarle que al regresar ella plancharía su ropa, él se acercó a ella con peligrosidad y Hinata resbaló del banquillo quedando recostada en el piso del pequeño bote. Soltó el zapato, soltó la sombrilla y rápidamente intentó cubrir sus piernas por el levante de la falda, pero el bochorno sólo creció cuando levantó la mirada al ver que su rostro era cubierto por una sombra. Las gotas de agua caían en sus mejillas y rodaban creando cosquillas. Su brazo se situó a un costado de su cuerpo mientras se aproximaba con firmeza a sus labios.— Para ti será un castigo, pero es mi recompensa. —indicó con una voz profunda, baja, seductoramente masculina mientras se aproximaba más y más...

— ¡Hinata, maldición! —bramó Kiba soportando el dolor del golpe que recibió en la pierna cuando ella despertó de golpe— Cuando regresemos debes ir al hospital. —indicó sobando su pantorrilla mientras ellas se acercaba a él para disculparse y revisarlo— Estas pesadillas llevan una semana, debes tener algo.

Ella sonrió avergonzada.

Desde que había dejado la aldea para la misión con su equipo tenía sueños raros en los que Sasuke siempre terminaba diciendo o haciendo cosas extrañas. Todo iniciaba en un ambiente relajado y bonito, pero daba un vuelco y terminaba despertando con el corazón latiendo a mil y pateando a Kiba en la pierna más próxima a la suya como reflejo de querer quitarse a Sasuke de encima; porque siempre terminaba el sueño así.

— Ti-tienes razón, Kiba-kun. Como hoy regresamos por la tarde, iré mañana por la mañana.

— ¡Bien! —exclamó un preocupado Kiba sobando la pierna roja mientras revolvía la cabellera azulada de Hinata con la otra; Shino simplemente miraba a su amiga de perfil pues la primera noche en misión, mientras él hacía la guardia, escuchó de los labios de ella el nombre de la persona que parecía quitarle el buen dormir.

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El día iniciaba bien, descansaba en una posada con sus compañeros. Con los ojos cerrados estaba atento a los sonidos del exterior. La calle era concurrida a pesar de ser un pueblito común, pero su turismo era muy famoso para la zona; aunque él no recorrió esos lares durante los dos años de redención. Para él era otro día común, así como para muchas de las personas que paseaban por la calle, pero no era exactamente un día común y corriente.

¡FELIZ CUMPLEAÑOOOOOS!

El grito de ambos escandalosos que tenía como amigos y la puerta azotándose contra la pared lo sacaron de ese tranquilo y calmado remanso de paz; en realidad se lo esperaba. Después de todo ninguno era bueno para hacer las cosas a escondidas si de él se trataba. No estaba molesto por el improvisado festejo, pero tampoco le alegraba y no porque no estuviera con Hinata.

Camino ninja del sentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora