Nuestros pensamientos sobre Sakura

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• DÍA #13 •


Tan cálido... El nuevo calefactor mantenía la casa con una temperatura confortable, pero no se sentía igual. —Akamaru... —murmuró luego de acercar más su rostro a esa calidez con una sonrisa suave.

Oe.

Una voz profunda la llamó con cuidado, pero no hizo caso.

— Hinata.

El tono se volvió algo incómodo, sin dejar de ser imperioso y grave.

— Despierta.

Un movimiento suave del cuerpo, al cual estaba aferrada, creó un poco de espacio entre ambos y ella abrió los párpados con cuidado cuando el sol por fin llegó a su rostro. Pudo apreciar un tono azulado y un... ¿abanico? Se apartó otro poco y notó que era una camiseta. Apretó los párpados un par de veces hasta reconocer que su brazo izquierdo estaba por encima de una espalda. Movió el brazo con temor. Quedó petrificada al darse cuenta que estaba aferrada a Sasuke.

Se apartó como un relámpago y tomó asiento con la misma rapidez. El rubor invadió con fuerza. Él también tomó asiento sin darle importancia, volteó y la encontró atomatada; como sólo ella podía ser. Chasqueó la lengua. Ambos estaban en el suelo de la habitación. Hinata miró hacia ambos lados, confundida.

— ¿Qué haces e-en el suelo, Sasuke-kun? —indagó muy nerviosa.

— Dormía. —respondió cortante. Sabía que en cualquier momento aparecería una tonta disculpa.

— P-pero estabas en... en la cama. —habló evitando el contacto visual. Sasuke suspiró y pasó la mano por su cabello antes de ponerse de pie. —Re-recuerdo que me levanté y, pues, estabas dormido en la cama y, bueno, yo n-no te desperté porque, pues, es tu cama y tomé tu lugar en la colchoneta y, bueno, ahora, eh... —el destello de haber murmurado el nombre de la mascota de Kiba apareció.

Cuando las misiones del equipo de rastreo toman varios días en zonas frías, Kiba le presta a Akamaru para que la cobije.

— D-discul...

— No lo digas. —interrumpió con algo de frialdad. Ella levantó la mirada alterada por el corte abrupto y su tono de voz fuerte. Lo había molestado una vez más y el día recién iniciaba. Entristeció levemente al notar que por sus errores la amistad entre ambos parecía empeorar.

Sasuke leyó sus pensamientos una vez más. Era tan sencillo... y decepcionante que fuera chunnin con un carácter así. Suspiró al ver que, de alguna estúpida manera, la había lastimado con esas sencillas palabras.

— Me confundiste con un perro. —manifestó con un tono más calmado sin dejar de lado la frialdad característica de su personalidad; seguía de pie frente a ella.

— ¡C-creí que era mi almohada! —explicó antes de que fuera más incómodo. Hubo un corto silencio. —¿Por... por qué estabas en el suelo? —preguntó inquieta, pero el rubor había desaparecido a la mitad. La miró en silencio antes de rascar su mejilla.

No le iba a decir que despertó hace unas horas para ir al baño y la vio tumbada en el suelo; amodorrada en la colchoneta como una pelota pequeña. Pensó en volver a acostarse en su cama, pero apareció ese insecto maldito en su espalda que lo hacía sentir fastidiado consigo mismo por dejarla en el suelo muerta de frío. La volvió a cubrir con la manta que ella dejó en la silla del comedor y él tomó lugar lejos de la colchoneta porque de alguna idiota forma si se acostaba en la cama y la dejaba en el suelo se sentía como un cretino. Si hubiera analizado que su cuerpo serpenteaba por las noches, la cama hubiera sido mejor. ¡Mucho mejo!

Camino ninja del sentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora