Nuestro deseo de amor

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IMPORTANTE: Leer notas de autora al final

• DÍA #277 •

La brisa en ese lugar era fuerte. Las copas de los árboles ya no tenían hojas y la plazoleta estaba a mitad de construcción. Un gran número de edificios estaban en funcionamiento y los civiles transitaban por los alrededores rumbo a sus trabajos. Los comercios ofrecían sus servicios como cafeterías a aquellos civiles que habían conseguido desayunar en casa y los restaurantes ya estaban preparando sus operaciones para la tarde.

Antes de darse cuenta de dónde se encontraba parada, de lo que había a su alrededor, lo único que era capaz de hacer era sentir. Sentir los latidos del corazón, apreciar el olor del sudor, apreciar la necesidad de cariño en aquellos brazos que la tenía aferrada con fuerza. Nunca antes se había dado cuenta de la imponente figura que guarda bajo la capa o las anchas camisetas. Su pecho era amplio y al tenerla abrazada su cuerpo se perdía en el calor que Sasuke desprendía; siempre.

Le temblaba todo en su interior. Dentro de su pecho los latidos era tan potentes que ella juraría podían escucharse con claridad. Quería cerrar los ojos, pero si lo hacía tenía el presentimiento que las lágrimas saldrían y no lo permitiría. Ese día se había prometido no llorar. ¡Sin importar qué! Además, debía mantener la calma. No dejaría que él pudiera escuchar su corazón acelerado porque, muy dentro de su ser, sentía ese extraño bichito del disgusto que la atacó la última vez que lo vio en la habitación. Quiso empujarlo para correr, pero ningún músculo le respondía y permaneció estática. Inmóvil. Sus ojos abiertos de par en par sólo eran capaz de apreciar el tono oscuro de la camiseta azul delante suyo y a un costado, un poco borroso por la cercanía, estaba el abanico de blanco y rojo.

Su Clan.

Los segundos se volvían años y los brazos comenzaron a hormiguear de manera eventual por el deseo de abrazarlo. No lo tenía cerca desde hace semanas, pero para ella parecían siglos... pero no debía. No podía retribuir el gesto porque muy en el fondo sentían tristeza. Estaba herida de que él la había dejado sin respuesta esa noche. Pero, también, una parte de ella lo comprendía. Hinata entendía su huída. En lo poco que conocía de él, debía ser comprensiva ante su reacción; ella tampoco se esperó decirle aquello, pero pasó.

Posiblemente el tener una niñez como la de Sasuke le provocó alejarse de algo tan potente como es el cariño... el cariño recíproco. Tal vez él pensaba que ellos serían pareja con el tiempo, pero no tan pronto. Quizá no algo como amor, pero sí afecto. Porque el amar duele, ella lo sabía bien. No obstante, el no amar te destroza lentamente desde el interior...

Hinata movió sus dedos suavemente. Porque un abrazo no significaba una disculpa pero, seguramente Sasuke lo necesitaba. Después de todo merecía reconocer el valor de hacerlo por su cuenta. Él no era muy expresivo de todas maneras y aún así la estaba abrazando sin un reflejo de que la soltara pronto. Cerró los ojos y un esbozo de alegría se mostró en sus labios. Sus brazos se movieron unos milímetros para igualar el abrazo, pero se detuvo.

Ella no pudo abrazarlo y abrió los ojos una ve más antes sus palabras.

—Yo también te amo. —dijo de manera inesperada acercándola contra el pecho un poco más. Ella quedó en blanco unos segundos antes de percatarse en el ligero temblor que desprendían sus brazos. —No lo dije porque no quería admitir que tenía a alguien tan importante en mi vida como lo fue mi familia y...

Un suspiro lo silenció y la alejó de su pecho sólo para ver lágrimas rodar por esas mejillas. Las gotas centelleaban con el sol y el pecho de Sasuke se estrujó. Ella secó rápidamente sus ojos y permanecieron varios minutos mirándose en silencio. Sólo la fuerte brisa y el vapor de sus bocas era el entrometido tercer cuerpo entre ambos.

Camino ninja del sentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora