Nuestro doloroso pasado

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• DÍA #2 •

Sus largas pestañas se movieron con delicadeza para dar paso a sus pupilas blancas. Restregó sus ojos un poco. Puso las manos sobre las sábanas para levantarse y apoyar la espalda en el respaldar de la cama. La luz del sol no entraba debido a las cortinas totalmente cerradas. Le sorprendió un poco el notar aquel cúmulo de almohadas, en la otra esquina de la habitación, vacías. Sasuke ya se había levantado. Echó un vistazo rápido a toda la habitación antes de dirigirse al baño para asearse.

Llegó a la sala sólo para toparse con su querido niñero. — Buen día, Hinata-sama.

— Buen día, Ko-san.

— ¿Qué desea para desayunar?

— Oh... Está bien. Yo lo haré, descuida. —caminó hacia la cocina y su tutor le sonrió levemente. Realizó una inspección rápida y no vio a Sasuke en el sitio. Un poco dubitativa, y con el tono de voz tembloroso decidió preguntar. — Ko-san, ¿has visto a... Sasuke-kun? —sorprendido por la manera en que lo llamó, concluyó no expresarlo en su rostro y simplemente respondió una negativa.

Ella prosiguió su acción en silencio.

.

Se levantó temprano y abandonó la mansión Hyuga sin emitir sonido alguno. Despertó sereno, con el recuerdo del sueño donde estaba junto a su familia en aquellos tiempos de felicidad. Quizá el haber pensado en sus padres y la conversación con la chica influyó un poco en su psique. Ahora se encontraba delante de lo que, una vez, fue el famoso Distrito Uchiha.

El marco de madera con el característico símbolo de un abanico fue lo primero en arrebatar su atención. Cruzó el umbral y empezaron a parecer las viviendas rodeadas de enredaderas secas y cubiertas de nieve; algunas edificaciones estaban tan deterioradas que con solo verlas parecía que cedería a la gravedad. Una ola de recuerdos llegó poco a poco mientras reconocía las tiendas y los hogares de sus difuntos familiares.

Detuvo su andar al llegar a una casa de dos pisos con una entrada elevada. El nombre de la familia que allí habitó estaba borrado por el paso del tiempo. Sin duda, no había cambiado. Algo sucia y vieja, más no parecía estar en pésimas condiciones; ingresó con cuidado y precaución. Olor de humedad y brisa invernal palpó su nariz. Imágenes vagas llegaron junto a una melancólica sensación de añoranza: él corriendo tras Itachi, su mamá regañando por no arreglar la habitación, su padre leyendo el periódico en la mesa de comedor, entre muchas más que sólo le llevaban a deambular de cuarto en cuarto; cubiertos de moho, plantas y animales de invierno pequeños.

Abandonó el distrito cuando las estrellas asomaron con esplendor el manto azulado.

Sumido en sus memorias, olvidó por completo alimento alguno. Aprendió a controlar levemente su cuerpo, evitando producir ruidos por pedido de energías calóricas, era algo grabado en su memoria. Por ello, caminando por las blancas y solitarias calles de la aldea, arribó silencioso en el Distrito Hyuga. La mansión de la Rama Principal, majestuosa tanto por dentro como por fuera, no se asemejaba a su antiguo hogar.

Algo en ese sitio era diferente a pesar de estar habitado.

— Sasuke. —esa voz le era familiar. La persona emergió detrás de un tronco. — Necesitamos hablar.

— Estoy cansado. —refutó no muy contento, sabiendo que si se trataba de Neji, aseguraría una llamada de atención. No era un niño para escuchar regaños de sujetos indeseados.

— ¿Cuáles son tus intenciones con Hinata-sama? —ignoró su comentario. De la boca del Uchiha emergió vapor cálido con un dejo de cansancio. — Ella es la única del Clan por quien estaría dispuesto a morir para preservar su vida. Su carácter pasivo la hace vulnerable ante personas de tu clase.

Camino ninja del sentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora