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Silvia

Termino de pasar el informe del último paciente al ordenador, cuando llaman a la puerta.

—¿La dra.Marco?

—Si, pasa.—Veo como uno de los chicos de antes entra en la cosulta, sentándose delante de mi.—¿En que puedo ayudarte?

—De repente me he empezado a sentir mal y bueno como estabamos aquí, pues....

—¿Que te duele?—pregunto sin apartar la mirada de el.

—La tripa, muchísimo...

—Pasa a la camilla, por favor—El chico asiente, levantándose.

Se tumba en la camilla, comienzo a realizarle una exploración abdominal, cuando noto como me tocan el culo.

—¿Qué haces?—Me separo de él rápidamente. Me quito los guantes y camino de vuelta a mi silla.—Si en verdad no te duele nada, deberías de quedarte en tu casa y no venir a molestar.—Digo molesta.

—Desde mi casa no podia podía hacer lo que tengo pensado.

Le miro sin entender a que se refiere. En ese momento se escuchan varios disparos en el hospital, haciendo que me levante rápidamente. Pero el chico que tengo delante se coloca en la puerta. Saca lentamente una pistola de detras de los pantalones y me apunta con ella.

—Ay Silvia, Silvia... ¿Sabes el tiempo que llevamos planeando esto?—Me mira con una sonrisa—Cuando has pasado por mi lado antes no estaba seguro de que fueras tú, pero esta claro que eres mucho más guapa cara a cara.

—¿Qué quieres?

—Mmmm.... El doctor Castelo murio hace poquito ¿verdad?—Se acerca a mi lentamente—Tengo entendido que te dejo una importante suma de dinero.—Sonríe—Vamos—Se aparta un poco para que pueda pasar.

Trago saliva antes de caminar. Noto cómo el frío cañon de la pistola se aprieta en mi espalda.

—Más te vale que no hagas nada. O te arrepentirás.

Caminamos por el pasillo vacío, hasta llegar a una de las salas de descanso del hospital. El chico se aprieta más a mi, clavando mas aún la pistola en mi columna.

Abre la puerta, dejandome ver que aquí tienen a todos los demás. Me empuja dentro, sin dejar de apuntarme con la pistola.

—Ahora os quiero aquí quietecitos y sin hacer nada.

Camino rápidamente hasta llegar al lado de Álvaro, que me abraza fuerte contra él.

—Meter aquí todos los móviles y todas las cosas de valor que tengáis. Y más os vale no intentar engañarme!

Termino de quitarme las pocas cosas que llevo, metiendolas en la bolsa con lo demás. Miro una última vez el colgante que Álvaro me regalo antes de soltarlo.

—Bien, bien. Asi me gusta.

Uno de los chicos que esta en la puerta se acerca para coger la bolsa y después sale por la puerta.

—Os voy a contar una cosa.—Sonríe y nos mira—Esto no es un juego, va muy enserio. El primero que se mueva o que intente algo en contra nuestra, puede darse por muerto. Llevamos meses preparándonos para esto y ahora que estamos a punto de conseguirlo nada nos lo va a impedir. No me va a temblar la mano si tengo que disparar a alguno de vosotros. ¿¡Entendido!?

La gente asiente con la cabeza rápidamente. Mientras que yo no puedo dejar de pensar en que todo esto es por mi culpa.

Álvaro me acerca más a él, haciendo que meta mi cabeza en su cuello.

—Tengo miedo, Álvaro... Mucho miedo.

—No te va a pasar nada. No lo voy a permitir, te lo prometo mi amor...

Y con esa promesa cierro los ojos intentando no pensar en todo esto, mientras oculto más mi rostro en su cuello. Álvaro besa mi frente durante varios segundos, para después apoyar su cabeza en mi.

—Te lo prometo, Silvia...Te lo prometo.

Solamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora