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Silvia

Observo la pequeña cuna que se encuentra al lado de la cama, viendo como Kael duerme plácidamente.

Alex entra por la puerta sin hacer ruido para no despertarle. Se acerca a mi sentándose a mi lado.

Ahora mismo desearía estar en Madrid con Álvaro a mi lado contemplando los dos a nuestro pequeño dormir.

—¿Como te encuentras?—Miro a Alex cansada ya de la misma pregunta.

—Bien, aunque quizás estaría mejor si no hubiera tenido que hacerlo yo sola.

—Silvia, no quiero discutir contigo ¿vale? Solo me preocupo por ti.

—¿Ahora te preocupas por mi? Me dejaste sola, Alex. Me dejaste sola aun sabiendo lo que podia ocurrir, sabiendo el miedo que tenia. Te fuiste sin dejarme un teléfono, sin poder pedir ayuda.

—Mira, si vas a empezar como Susana me voy.—Alex me mira desafiante.

—Pues vete, ni yo ni Kael te necesitamos.

—Eres mi mujer, Silvia. Y eso será asi hasta que me muera. Y ese niño es mi hijo, claro que me necesita.

—No. No es tu hijo, ni nunca lo será. Y no sabes cuanto me alegro de que sea así—Mi voz es firme, lo último que quiero ahora es dejarle ver el miedo que me provoca.—Kael llevará los apellidos que le pertecen. El de Álvaro y el mio.

Alex ríe cínicamente.

—Ni lo sueñes. Aquí en Alemania yo tengo el poder sobre ti y sobre ese niño. Y te puedo asegurar que ese pequeño nunca será un mendieta.—Alex se acerca a mi con cada palabra.—¿Te ha quedado claro?

No digo nada, notando como mis ojos se empeñan poco a poco.

—Me duele la cabeza...—Mi voz es un simple susurro. Un intento de que se vaya y me deje sola.

—Te dejo descansar... Mientras tanto iré a inscribir al niño.

Alex sale por la puerta pegando un portazo. Kael se revuelve en la cuna comenzando a llorar. Me levanto de la cama, cogiéndole entre mis brazos. Estan pequeñito y tan indefenso...

—Ya esta mi amor...Ya paso—Le acuno en mis brazos mientras me siento en el borde de la cama—No voy a dejar que te haga nada.

Kael me mira a los ojos como si entendiese lo que le estoy diciendo.

—El nunca será tu papa, y voy a hacer lo que sea para que desaparezca de nuestras vidas lo antes posible. Lo que sea—Beso suavemente su mejilla, notando como coge un mechón de pelo entre sus deditos.


La puerta se abre dejando entrar a un doctor. Se acerca a ver al pequeño en la cuna, para después hacer lo mismo conmigo.

—Veo que esta todo bien, asi que dentro de unas horas podras irte a casa.—El hombre me sonríe, imaginandose que estoy deseando volver.

—Gracias.

El hombre camina hacia la puerta por donde entra Alex con un cafe en la mano. Veo como hablan algo que solo ellos entienden. Giro mi rostro a la cuna para no mirar a Alex.

—El doctor me ha dicho que ya te van a dar el alta.

—Si...

—¿No estas deseando volver a casa y que el pequeño estrene esa habitación en la que tanto tiempo has invertido?

—Era lo único que hacía que me olvidase de que me tenias encerrada.

—Veo que sigues queriendo pelea.

—No—Giro la cabeza mirándole—Lo único que quiero es que eso cambie. Quiero poder salir a la calle a dar un paseo con él, poder llamar a mi madre para decirle que su nieto ya ha nacido. No quiero nada más.

—Lo que pides es imposible, ya lo sabes. Cuando lleguemos a casa todo va a seguir igual e incluso puede que vaya a peor.

Solamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora