50

153 14 8
                                    

Álvaro

Después de bastante tiempo arreglando todo lo necesario para que Silvia y Kael vuelvan conmigo a Madrid, nos sentamos en nuestros respectivos asientos.

—No sabes cuanto me alegro de que hayas decidido venir conmigo—Sonrio mirándola.

—Espero no tener que arrepentirme—Silvia baja su mirada hasta fijarla en sus manos.

—Ey...—Levanto su mentón suavemente. Puedo ver el miedo en sus ojos.—¿Que te pasa?

Silvia me mira para después colocarse mejor en el asiento sin pegar la espalda al respaldo. Se piensa que no pero desde que nos vimos me di cuenta de que algo la pasa, no hay más que ver su ropa y su rostro.

—Nada.

—Silvia, te conozco—mi voz es suave.—Sabes que me lo puedes contar.

—Es que no hay nada que contar—Silvia habla de manera seca.

Coloco mi mano en el borde de su camiseta, haciendo que Silvia se ponga tensa. La comienzo a subir lentamente, quiero saber que es eso que la pasa, la razón por la que se comporta asi y sobretodo porque no apoya la espalda en el asiento, cuando siempre lo ha hecho.

—No lo hagas—Silvia coloca sus manos encima de la mia para determe, pero no lo consigue.

Subo su camiseta suficiente para que no se la vea nada y tras hacerla girar un poco, observo con horror las marcas de su espalda.

—¿Como...?—No puedo dejar de mirarlas dándome cuenta de porque su comportamiento. Silvia comienza a temblar cuando paso mis manos suavemente por el relieve de una.—¿A sido Alex?—Noto como la rabia comienza a apoderarse de mi. Maldito hijo de puta

Silvia se queda callada haciendome entender que si. Bajo la camiseta de nuevo con cuidado de no rozarla con ella. Hago que se gire.

—Silvia, ¿te duele, verdad?—Miro los ojos cristalizados de Silvia mientras asiente con la cabeza—Estan infectadas, cariño—Beso su frente atrayendola hacia mi—¿Quien te las ha curado?

—Alex... Hace dos días que no lo hacía y yo... No llego.

—¿Alex, te golpeaba?—Pregunto directamente temiendo su respuesta.

—Prefiero no hablar de eso, solo quiero llegar a casa.

—Claro—Silvia apoya su cabeza en mi hombro—Duérmete mi amor, ya nadie te va hacer daño...—Susurro suavemente en su frente, notando como su respiración se va tranquilizando.

Después de 2 horas llegamos a Madrid, Silvia se ha pasado todo el viaje durmiendo. Parece que hace tiempo que no lo hacia como debía.

—Silvia, cariño...—Acaricio suavemente su mejilla—Despierta, mi niña—Silvia abre lentamente los ojos mirándome.

—Dime que esto no es un sueño y me despertare ahora—La respuesta soñolienta de Silvia hace que sonría.

—No lo es, amor. Estoy aquí contigo, con Kael y eso nunca va a cambiar. —Me acerco a ella dejando un suave beso en sus labios.—Venga marmota que tenemos que salir.

Silvia se incorpora en su asiento bostezando. Se me había olvidado lo que me gusta que haga eso. Se la ve tan inocente...

Caminamos hasta llegar al apartado donde ha estado Kael durante todo el vuelo. Silvia le coge en brazos, dejando un beso en su mejilla.

—Vamos—digo comenzando a caminar por el pasillo restante para salir del avión con mi familia.

Solamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora