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Álvaro

No has hecho nada para impedir que me llevase de aquí, para impedir que me violase...—Las palabras de Silvia suenan en mi cabeza haciendo que me quede quieto en el sitio.

He fallado a la mujer de mi vida, y a mi mismo por no cumplir mi promesa... Tenía que haber impedido que se la llevasen, pero en ese momento, solo podía pensar en lo que me había dicho.

Noto como alguien pone su mano en mi hombro sacándome de mis pensamientos. Cuando me giro veo a Lucía mirándome. Extiende su mano hacia mí.

—Silvia se lo ha dejado aquí—Coge mi mano y coloca en ella el colgante que la regalé. Aun me acuerdo del dia que lo vi en esa joyería, supe enseguida que se lo tenía que regalar a ella. Eran igual de frágiles, igual de especiales...

Cierra mi mano para después hacer que la mire—Estoy segura de que se le pasará... Silvia te quiere. Álvaro no te culpes por ello, supongo que yo hubiera hecho lo mismo que tú.

—Se lo prometí, la prometí que no iba a dejar que nada la pasara, nunca. Pero no he sido capaz de cumplirlo.—Bajo la vista hasta el collar que hay en mi mano— Mi mayor miedo, se ha hecho realidad. La he perdido, y ahora si que no hay vuelta atrás.

Me alejo de ella, saliendo de la sala. Camino hasta su consults pero como me esperaba esta vacía. Se ha ido...

Salgo de ahí para cambiarme. Tengo que intentar arreglarlo, tengo que intentar que me perdone. No la puedo perder, no ha ella.

Me cambio lo más rápido que puedo. Salgo del hospital, dirigiendome a su casa. Necesito verla...

Cuando llego a su casa, suspiro antes de llamar al portero. La espera se me hace eterna hasta que escucho como descuelgan el aparato.

—¿Si?

—¿Silvia?—Mi voz suena nerviosa.

—No. Soy Marta. Álvaro será mejor que te vayas.—Se nota por su forma de hablar que Silvia esta con ella. Diciendola todo lo que me esta diciendo.

—Por favor... Necesito hablar con ella.

—Lo siento.—Marta cuelga el cacharro dejandome solo.

Me llevo las manos a la cabeza, dandome cuenta de que el collar sigue enredado en mi mano. Silvita...

Saco un trozo de papel de la chaqueta, para después empezar a escribir.

Silvia... No sabes cuanto me arrepiento de todo lo que no he sido capaz de hacer. De tantas promesas que te hice, y no cumplí. Pero veo que ya es tarde... Solo quiero que este colgante este contigo, es tuyo. Siempre lo fue, desde el momento en el que estaba en la joyería sabia perfectamente que tenia que ser tuyo. Solo te pido que te lo quedes. Yo siempre voy a estar para ti, Silvia. Si algún día necesitas algo, llámame. Te amo, Silvia. Y siempre será así.

Guardo el boli de nuevo en la chaqueta y espero paciente al otro lado de la puerta.

No mucho tiempo después, veo como sale una mujer mayor, momento que aprovecho para entrar dentro. Sé que Silvia no quiere verme, asi que decido poner el papel con el collar en su buzón.

Acaricio una última vez su nombre en el buzón, antes de salir a la calle.

Ahora si que este es el fin de nuestra relación. Ahora si que la he perdido. Nunca va a perdonarme por lo que la han hecho y yo tampoco me lo perdonare nunca.

Hasta siempre, Silvia...

Solamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora