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Silvia

No se cuanto tiempo llevo aquí tumbada pero el más mínimo movimiento hace que me duela todo el cuerpo.

Intento incorporarme para ir a ver a Kael y después de varios intentos consigo ponerme de pie. Noto como con cada movimiento las heridas se abren cada vez, cortándome la respiración por varios segundos. Camino despacio agarrandome a la pared hasta llegar a la puerta. Observo el pasillo viendo que Alex no es tonto y la habitación de Kael es la que más lejos esta de la nuestra.

Respiro hondo, hasta ese simple movimiento hace que la espalda me duela... Comienzo a caminar de nuevo, tengo que sacar fuerzas para Kael, no le puedo dejar solo con él, no ahora.

Cuando llego a la habitación del pequeño, veo como la cuna está vacía. Muevo las sábanas de un lado a otro, pero nada. No está.

—Joder...—Miro la escalera de caracol, apoyándome en el marco de la puerta.—Venga Silvia hazlo por Kael, por tu Mendieta, el te necesita.

Cojo aire lentamente comenzando a bajar las escaleras. Puedo notar como la sangre chorrea por mi espalda y las heridas se abren aún más, si eso es posible.

Paro en medio de la escalera sintiendo como todo a mi alrededor da vueltas. Me agarro fuerte a la barandilla para no caerme. Oigo de fondo como la puerta se abre y un pequeño llanto inunda la casa. Pero lo oigo muy lejos como si no estuviera pasando a dos metros de mi.

—¿Silvia, estas bien?—Alex se acerca a mi, pero lo único que puedo oir es mi corazón latiendo fuerte, tanto que parece que se va a salir de mi pecho.

Alex me coge en brazos al estilo novia, intentando no tocarme las heridas que el mismo ha provocado. Camina conmigo hasta la habitación, y me tumba con cuidado en la cama. Poco a poco noto como se me va pasando.

—¿Donde está Kael?—Mi voz es baja.

Alex se levanta de mi lado saliendo de la habitación. Poco después vuelve a entrar, dejando algo en la cama. Abro los ojos lentamente, viendo a Kael dormido a mi lado. Estiro la mano hasta su rostro acariciandolo suavemente.

Alex se sienta a mi lado de nuevo, comenzando a subir mi camiseta con cuidado. Noto como la camiseta se ha pegado a las heridas por la sangre seca, haciendo que cierre los ojos.

—Ya está—Alex saca la camiseta por mi cabeza, dejándome desnuda de cintura para arriba. Se gira hacia la mesilla cogiendo algo—Esto te va a doler un poco. ¿Vale?—Asiento lentamente sin apartar la mirada de mi niño.

Alex echa sobre la primera herida un poco de Alcohol para desinfectarla, haciendo que pegue un pequeño bote en la cama.

—Sé que duele Silvia, pero no te muevas.—Aprieto fuerte los labios para no gritar y despertar a Kael.—¿Sabes a quien nos hemos encontrado mientras dábamos el paseo?

No digo nada. En lo último que puedo pensar ahora es en con qué loco se ha encontrado.

—Hemos visto a tu querido Álvaro.—Me giro para mirarle, ignorando por un momento el dolor.—Tendrías que haber visto su cara al enterarse de que mi mujer y la madre del pequeño eras tú—Alex ríe levemente—Se ha quedado pálido. Pobrecito, que desilusión se ha llevado...—Dice echando alcohol en otra herida.

Ahora mismo no se que me duele más, si las heridas o el hecho de saber que Álvaro esta aquí y se piensa que Kael es hijo de Alex.

Solamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora