2- Humillación Parte: II

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Eran más de las dos de la madrugada cuando llegó a casa; había pasado más tiempo del que creía con aquel hombre en el despacho. Ni siquiera cenó, un nudo en el estómago le impedía comer nada. Se ducho y se acostó.

Soñó. En su sueño estaba en el instituto, caminaba con su carpeta forrada de fotos de la Súper Pop, llena de cantantes k-pop de la época. Aquella revista era un elemento indispensable para cualquier estudiante. Llevaba su diminuta falda de animadora y su camiseta ceñida de color marfil con letras rojas bordadas por su madre. Iba acompañada de dos amigas de la infancia, igual de dignas que ella. Era la abeja reina de su mundo.

Hileras de taquillas metálicas se distribuían a ambos lados del pasillo atestado de estudiantes; todos las miraban con envidia. Un chaval delgado y desgarbado le llamó la atención, iba cargado de libros y le resultaba difícil abrir la puerta de una de las tutorías.

Recordaba a ese chico; era uno de los «apartados» de la clase, siempre cargado de libros, siempre sentado en la fila de atrás, sin apenas abrir la boca. Siempre escuchando música. Al pasar por su lado, él sonrió tímidamente. Ella se le acercó y, dando un golpe en sus cuadernos y libros, se los desparramó por el suelo.

Mientras todos se reían, el muchacho se agachó y torpemente comenzó a recogerlo todo, sin que nadie lo ayudase. Llevaba un desgastado pantalón vaquero y una camiseta de publicidad barata. La miró desde el suelo y, pese a todo, volvió a sonreír con dulzura.

Hyeyeon se sintió ofendida. ¿Cómo osaba alguien tan insignificante y burdo mirarla a ella?

Cuando pasó por su lado, su voz retumbó en el pasillo:

—¡Hyeyeon!

Se volvió; el muchacho seguía arrodillado.

«¡Despierta!»

Se despertó sudando y con la respiración acelerada. Miró el reloj de la mesilla. Eran las cinco de la mañana. Se secó la frente con la sábana y se dejó caer sobre la almohada. Fijó la vista en el techo y luego saltó como un resorte de la cama, abrió el armario y se arrodilló en el suelo. Tenía que estar allí. Tenía claro que lo había guardado el día que se mudó a aquella casa. Sacó varias cajas de zapatos, una bolsa con unos patines viejos que ya no usaba y por fin lo vio. Un libro de tapas duras y sobrecubierta brillante, lleno de polvo. Lo limpió cuidadosamente y se lo puso sobre las rodillas.

Anuario 2007-2008

Instituto Choi II

—Tiene que estar aquí... —susurró nerviosa, pasando las páginas aceleradamente—. Vamos, tiene que estar aquí...

Llegó a la parte donde las fotos de los alumnos aparecían impresas por cursos; buscó su promoción, su clase y a sus antiguos compañeros. Miró una a una las fotos que salían. Nada. Se quedó pensativa, volvió a pensar en el muchacho del sueño. ¿De qué lo conocía? Pasó varias páginas más y entonces algo le vino a la mente: el grupo de Música. Aquellas malditas clases a mediodía a las que los obligaban a ir cuando el profesor perdía la paciencia con ellos. Cinco páginas más atrás una treintena de alumnos aparecieron frente a sus ojos.

Repasó una a una cada fotografía y por fin lo vio. Piel pálida, el color de su cabello Negro, liso y a la vez desaliñado, mirada triste, poco agraciado y enclenque.

—Tienes que ser tú —susurró—. Min Yoon Gi... —Frunció el cejo, intentando hacer memoria—. Tienes que ser tú... Maldita sea...

Al mirar la foto, un sinfín de recuerdos volvieron a su cabeza. Sí, Yoongi, el pequeño y desgarbado Yoongi era el centro de sus burlas. Recordaba perfectamente a ese chico. Era uno de los muchos estudiantes que la ponían de los nervios; por mucho que se riera de él, por mucho que lo humillara en público, siempre tenía una sonrisa para ella.

Revenge » Min Yoongi; BTS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora