3 - Castigo

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Mi preciosa Hyeyeon, he pasado muchos momentos delante de tu cama, observándote dormir. He hecho mío cada centímetro de tu piel. Desde la última vez que te vi, he pasado largas horas sentado en la butaca de tu habitación, asaltando tu intimidad sin apenas moverme, con la única necesidad de observarte.

Podría haberte usado, forzado otra vez, como aquella noche, pero todo tiene un proceso que algún día entenderás. Mi bella princesa que duerme angustiada por sus propios pensamientos y que a veces dice mi nombre entre susurros... Tu penitencia es mi regalo más preciado. Tu voluntad y toda tú, mía.

***

La lluvia caía con fuerza aquella noche. Desde su ventana, con una taza de café caliente y una chaqueta por encima de los hombros, Hyeyeon observaba el frenético ritmo de la gente. Estaba agotada, pero por fin era viernes y podría descansar.

—¿Qué me está pasando? —susurró—. ¿Por qué no puedo sacarme a ese hombre de la cabeza?

Bebió un sorbo de café y se encogió de hombros.

«Porque eres estúpida —se respondió en silencio—. Te obligó a escucharle, te humilló haciéndote pagar los pecados que cometiste con él cuando tan sólo eras una niña y aun así... Aun así tu cuerpo se estremece recordándolo.»

Se pasó la mano por el cuello. El brillo del collar se reflejaba en el cristal de la ventana. Se preguntó si merecería la pena o si todo ese sufrimiento y ese dolor mezclados con el deseo acabarían destruyéndola.

Cerró los ojos y volvió a verlo, tan inhumano, tan cruel. Recordó su mirada llena de odio y de pasión, la melancolía en sus palabras y su dolor, su forma de hacerla suya, obligándola a sentirse tan insignificante ante él como lo había hecho ella a su vez siendo niña.

—Venganza —susurró y, recostándose en la cama, se quedó dormida.

Se despertó de madrugada, con la respiración acelerada y sudando como nunca. Las pesadillas empezaban a hacer mella en su aspecto y sus noches eran largas. Se levantó y, poniéndose de nuevo la chaqueta sobre los hombros, se dirigió al salón. Buscó el interruptor de la luz, pero algo le encogió el estómago. La oscuridad del cuarto le impedía ver con claridad, pero él estaba allí, sentado en la butaca más alejada. Apenas se movió cuando Hyeyeon entró en el salón. Ni siquiera apartó la vista de la ventana.

—Cuando era pequeño y todos os burlabais de mí —dijo entonces—, me prometí que algún día llegaría a ser como vosotros. —La melancolía volvía a teñir sus palabras—. Me fui de esta ciudad, estudié dos carreras y monté mi propia empresa, pero todo lo que conseguí, que fue mucho, no me llenó. Estuve con mil mujeres distintas que me dejaron igual de vacío y entonces apareciste tú...

Se levantó de la butaca y se dirigió hacia ella. La negrura de su pelo apenas se distinguía en aquella oscuridad. Avanzó sin apartar la vista de su rostro, hasta rozarle la mejilla con la yema de los dedos.

—En ese momento, supe que todo lo que había hecho giraba en torno a ti. Sólo por ti. —Le cogió la cara con fuerza y pegó la frente a la suya—. Y me dije: si ella me convirtió en lo que soy, ella lo sufrirá.

—Me haces daño. —Intentó soltarse, pero le resultaba imposible.

Él aflojó la presión en su cara y deslizó las palmas de las manos por su piel; fue desnudándola con delicadeza mientras acariciaba sus hombros y dejaba caer la chaqueta y la fina tela de su camisón.

—Con tu mirada de diva y tu sonrisa triunfadora...

De un tirón le rompió las bragas, mientras pasaba la nariz por su cuello y aspiraba con fuerza su aroma. Hyeyeon empezó a sentir que se abandonaba, su corazón latía con fuerza.

Revenge » Min Yoongi; BTS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora