La pureza es algo que nunca recuperamos tras perderla. Es una belleza que va más allá de todo lo que conocemos, de todo lo que respetamos.
***
Soon Ji llegó a Eun Jeong como un viento fresco. Era una chiquilla que no pasaba de los diecisiete años, con una mirada dulce, mejillas salpicadas de pequeñas pecas y unos inmensos ojos. Su hermano había conseguido un buen trabajo con los hombres que visitaban al viejo Sihyuk.
Si su padre se enteraba de que tenía el más leve contacto con aquella gente, se enfurecería. Siempre se lo había dicho: «No te acerques a ellos, son gente extraña con hábitos poco aceptables».
Para ella era maravilloso que su hermano le confesara aquello frente a un inmenso helado de vainilla. Le gustaba la vainilla desde muy pequeña, solía comerse uno de aquellos helados todos los viernes. La heladería de la señorita Jusong era la mejor del pueblo y disponía de miles de sabores que podía combinar a su antojo, pero siempre acababa tomando el de vainilla.
Ése era el que realmente le gustaba.
Con su hermano se sentía adulta. Jungkook siempre la había tratado como tal, y no porque su coeficiente intelectual estuviera por encima de la media, o porque su cuerpecito de niña guardara una pequeña adulta con las cosas claras en la vida, no. Su hermano la amaba con toda su alma.
Deseaba sacarla de aquel triste pueblo y le ofrecía la oportunidad, tras terminar el instituto, de estudiar en la capital.
La tarde que atravesó los muros de la finca que tantas veces había visto de lejos, su corazón palpitó con fuerza. No era el lujo lo que la dejó obnubilada, ni siquiera el talante pausado y dulce de Sihyuk. Eran ellos, los hombres y las preciosas mujeres que durante la cena pudo conocer.
Algún día sería como ellas, con aquellos hermosos vestidos de seda marcando unos pechos que ella no tenía, esa seguridad y esa belleza adulta y exuberante que tenía Soomin, la hija de Sihyuk. La había visto muchas veces pasear por el pueblo. Solía comprar toda la ropa en la boutique más cara que había en la calle Cuatro, muy cercana a la heladería de Jusong.
Era descarada, eso a Soon Ji le gustaba; en cambio, la rubia, Hyun Ji, parecía mucho más pausada. Algún día, tendría un collar de perlas como el que llevaba ella, algún día sería tan hermosa como Hyeyeon, como las dos muchachas que se afanaban por complacer a aquel hombre, que no dejaba de dirigirle miradas desafiantes, con unos ojos profundos y brillantes que la intimidaban.
Namjoon, así se llamaba.
Era una niña, pero sabía perfectamente que los ojos del hombre transmitían deseo, el mismo que notaba en el joven dulce y educado de pelo castaño que permanecía en silencio. Quizá por eso su padre no soportaba a aquella gente. Quizá sabía que intentarían conquistarla sin importarles la edad.
Ellos no ocultaban lo que la mayoría de la gente ocultaría. Las mujeres jugueteaban con Namjoon y lo colmaban de atenciones sin importarles quién estuviera cerca. Tampoco la dulce Hyun Ji rechazaba las caricias de Taehyung. Durante la sobremesa, los había visto en la cocina. Se había levantado para coger un vaso de agua y se había topado con aquella imagen que le encendió las mejillas brutalmente.
A ella nunca la habían besado de aquel modo tan obsceno, como mucho unos pequeños besitos de adolescentes y sin lengua. En cambio, aquel hombre lamía con destreza los labios de Hyun Ji, mientras tiraba de su fino collar de perlas, atrayéndola hacia sí. Sintió un escalofrío y se retiró discretamente. El agua podía esperar. Se sentaría junto a su hermano y aguardaría a que ellos salieran de la cocina o más tarde le pediría a Jungkook que se la llevara. No importaba.
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Revenge » Min Yoongi; BTS✔
Fanfic•VENGANZA ↠(18+) •Min Yoon Gi, es un abogado prestigioso, poderoso y seguro de sí mismo. Aunque posee todo lo que quiere, jamás ha podido olvidar a Hyeyeon, la joven que se reía de él en el colegio. Ella es la razón de su vivir, la ama con la misma...