12 - ¿Y si te dijera que no?

4.4K 425 25
                                    

Empieza a entender qué significa mi venganza. Ni siquiera te he dado tiempo a meditarlo, estás demasiado ocupada descubriendo todo lo que pasa a tu alrededor. Te doy un poco de libertad y tú pecas de osadía.

«Ella es hermosa y lo sabe.»

***

Cinco días con sus noches en la finca y cada vez se sentía más cómoda. Su mirada seguía siendo desafiante. Muchas veces, él creyó que la borraría de sus ojos, pero luego volvía a resurgir innata y le demostraba que aún existía aquella rebeldía y aquella prepotencia sutil que mucho tiempo atrás lo habían enganchado.

«Algún día volverán a salir, volverás a ser tú.»

Hyeyeon sonrió y él inclinó la cabeza a la derecha con curiosidad.

—Vaya. —Se quedó pensativo unos momentos—. Hoy estás rebelde, quizá empiezas a perder la vergüenza y el miedo. Quién sabe...

El día que la habían marcado la amó durante toda la noche, llenándola de ternura y los días siguientes le dio una tregua.

Hyeyeon había pasado mucho tiempo observándolos a todos, comprendiendo la humanidad que a veces dejaban entrever.

—¿Qué pretendes conseguir? —le preguntó ella. Yoongi miró por la ventana y sonrió.

—Podría darte tantas respuestas que no sabría por dónde empezar.

—¿Y si un día te dijera que no?

Una suave carcajada cortó el silencio. Él negó con la cabeza despacio y se encogió de hombros.

—También tengo muchas respuestas a esa pregunta. —Se acercó a ella y le levantó la cabeza sujetándole la barbilla.

—No me dices mucho con esa respuesta —observó Hyeyeon.

—Pues entonces tendrás que decir que no alguna vez para saberlo.

Ella bajó la vista; le resultaba muy difícil mantenerla fija en él. Yoongi poseía una prepotencia que la hacía débil y él lo sabía.

—Que me digas que no no me sentará mal, princesa. Todo lo contrario.

«Cuidado —se dijo ella. Su mente empezó a funcionar a cien por hora y oyó a su propia conciencia—: Mira sus ojos, brillan demasiado, algo quiere de ti.»

—Eso es lo que me gusta de ti —le dijo él al oído—. Mientras las demás se ponen de rodillas porque disfrutan, tú lo haces porque no te queda más remedio... mi amor...

—No siempre te resultará tan sencillo —replicó digna. Luego esbozó una sonrisa y lo besó.

—Eso espero...

Un golpe en la puerta interrumpió su conversación. Jimin entró, acompañado de su eterna sonrisa, y la besó en la mejilla. Salió con Yoongi al balcón y, mientras hablaban, ella se sumió en sus pensamientos. Quería a Jimin con toda su alma, cada vez que lo veía sentía una calma infinita y la seguridad de que su presencia atemperaría los posibles castigos que viniesen de Yoongi.

Sintió un estremecimiento cuando éste le dirigió una mirada mezquina y Jimin bajó la cabeza con gesto de desasosiego. Entraron a los pocos minutos y, sin mediar palabra, Yoongi sacó un pañuelo negro del bolsillo y le cubrió los ojos con él.

—¿Qué haces? —le preguntó.

—Acompáñame, voy a contestar a tu pregunta.

¿Por qué no podían comportarse como seres normales al menos un día entero? Tiró de su mano y la sacó al pasillo. Ella caminó con torpeza, desorientada, hasta que sus pies tocaron la fría piedra y supo que descendían a la galería. Jimin la adelantó, pudo percibir su olor, y sintió su mano en la cabeza cuando le levantaron los brazos y la sujetaron a algo.

Empezó a ponerse nerviosa.

—Tranquila, Hyeyeon. —Oyó la voz de Jimin detrás y ladeó la cara—.

Estoy aquí.

—Yoongi, esto no tiene gracia. ¿Qué vais a hacer? —preguntó ella.

—No pretendía darte ni siquiera una de las posibles respuestas a tu pregunta, pero creo que enseñarte qué haría si me dijeras que no irá bien para que aprendas algo más.

Oyó unos pasos que se aproximaban y se movían por la habitación, un tenue perfume dulce y una suave brisa al pasar a su lado.

—Yoongi, por favor... —suplicó atemorizada.

—Tranquila, ponte recta. Obedece, Hyeyeon.

Alguien le quitó la falda, notó el suave tacto de unos dedos acariciando su nalga y a continuación una serie de golpes de vara la balancearon hacia adelante. Se aferró a la correa que la sujetaba al techo y apretó la mandíbula con fuerza.

No, no iba a darle ese gusto. Recordó a Lee Seul y su sufrimiento y se enderezó con firmeza. ¿Ese era su castigo por decir no? Otro golpe la hizo gritar, gruñó entre dientes y arrugó la nariz con rabia. Ella no era como Lee Seul, no suplicaría, no lloraría. Se enderezó, digna, y aguantó varios golpes más.

—Basta —oyó decir a Yoongi.

Tras unos segundos interminables, le quitó la venda y pudo ver a Taehyung frente a ella, con un cigarrillo en la boca y su sonrisa depravada.

—Tenías que ser tú —dijo con odio.

Pero él negó con la cabeza, soltó una desagradable carcajada y se quitó el cigarrillo de los labios con gesto chulesco.

—Esta vez te has equivocado, pequeña zorra —le espetó.

Se volvió bruscamente lo que le permitían las correas y pudo ver a Yoongi junto a Jimin. Éste sujetaba aún la vara en la mano, que dejó caer con rabia y, pasando por delante de ella, se alejó.

Hyeyeon no entendía nada. Sintió un desasosiego inmenso; el único hombre que la cuidaba, que la protegía en aquel mundo de locos, acababa de castigarla con toda la crueldad posible. Los ojos se le llenaron de lágrimas y, mientras Taehyung salía de la habitación, Yoongi se acercó a ella con frialdad.

—El dolor físico de un castigo... —le acarició la cara con los dedos y le apartó el pelo— desaparece con el tiempo, no deja marcas, se va. El dolor de una traición prevalece...

—¿Por qué, Jimin? —sollozó.

—Porque ese dolor no se cura... Te dije una vez que te arrebataría todo lo que no me dieras. Todo lo que significa algo para ti es mío...

Se colocó detrás de ella, le separó las piernas con el pie y se desabrochó el cinturón. Hyeyeon, que se aguantaba las ganas de llorar por orgullo, respiró profundamente y notó el roce de su miembro contra ella.

—Todavía me excito al recordar el primer día que te hice mía, tu miedo, tu odio sabiendo que no podías hacer nada ante lo que se te venía encima. Como ahora... Y volvemos al principio. Espero que me digas que pare... Ambos sabemos que no lo harás...

—Eres un cabrón —gruñó.

—Y tú eres mi precioso proyecto de zorrita...

Hyeyeon jadeó suavemente, pero la rabia la hizo moverse con la intención de zafarse de él.

Oyó su risa y sintió un inmenso vacío. Jimin la había dejado sola, el único apoyo racional que la hacía mantenerse en el mundo real la había abandonado ante la crueldad de su amigo. Sin embargo, recordó la tristeza en sus ojos y la forma de marcharse de aquella habitación y supo que él lo había pasado mal.

—No le des más vueltas, Hyeyeon. —Como si se adelantara a sus pensamientos, otra vez la sacaba de sus meditaciones repentinamente. Se apartó de ella y se arregló—. Vamos, vístete. —Soltó sus manos del gancho y luego se las desató cuidadosamente—. Es una lección, sólo eso.

—¿Y si te dijera a todo que sí? —le preguntó de repente.

—Ya lo haces.

-

hoy me la pase mal, así que... decidí publicar algo en wattpad para bajar mis humos de rabia. alguien alguna vez dijo que la rabia  era una fuente de inspiración...  

gracias x leer.

Revenge » Min Yoongi; BTS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora