Me acosté sobre él y nos miramos largo rato. Era tan bello que parpadear se convertía en una tortura. No quería perderme ni un sólo instante de su ser.
-¿Me amas, entonces? -preguntó -¿desde cuándo?
Toqué sus labios con mis dedos.
-Te amo desde la primera vez que te vi. Pero entendí que te amaba ésta tarde, cuando llegaste. Luego comprendí lo importante que eras, y la cantidad de cariño que tenía para darte. Por eso ha sido tan triste.
-¿Triste? -pareció decepcionado.
-No quiero perderte -admití.
-Lo lamento -susurró.
-Yo también -y nos quedamos en silencio hasta que dijo:
-Prefería amarte intensamente por un día, antes que vivir eternamente separado de ti.