-¿Duermes? -pregunté. Él negó con la cabeza, y sonrió -¿Pero sueñas?
-Despierto -dijo.
-¿Con qué sueñas?
-Contigo.
-¿Y antes de conocerme?
-Con la idea de ti.
Sonreí alegre.
-Quién diría que la muerte es un romántico empedernido.
Largó una carcajada magnífica, y le seguí en el juego.