Sentada sobre una silla bebió de la taza de café. Luego dijo calma:
-Conviertete en la muerte.
Mostré mucha confusión.
-¿Qué pasará con mi amado si lo hago?
-Él sería humano -respondió.
-Pero yo escogí la vida. Te escogí a ti. Era todo lo que deseabas.
-Entonces vive. Pero algún día, dentro de unos años, volveré por tu espíritu para que sirvas a las almas.
-¿Por qué haría eso?
-Porque eres especial.
-¿De qué me serviría?
Sonrió. Parecía haber estado deseando decir las siguientes palabras:
-Si haces eso, te daré un regalo.
-¿Regalo?
Asintió.
-Dejaré que hagas lo que deseas mientras vivas.