-Si quisiera ir contigo -dije -¿Cómo sería?
Se puso de pie y extendió su mano, la cual tomé. Caminamos hasta la sala y me senté en la silla. Él fue a la cocina. Escuché que abría un cajón. Luego volvió con las manos en la espalda y se sentó frente a mí.
-¿Qué es eso? -pregunté.
Dejó en la mesa de madera un cuchillo muy afilado. Resplandeciente.
-¿Dolerá?
-No si me miras a los ojos.
-¿Y mi cuerpo?
-Lo llevaré conmigo si lo necesitas.
-No lo necesito si estás junto a mí.
-Entonces lo hallará la vecina del piso de arriba.
Sonreí.
-Que belleza -murmuré.
-¿El qué? -preguntó.
-El instante que precede a la muerte.