-La primera vez que te vi supe que tenía que protegerte. Cada vez que llorabas en tu cama yo estuve ahí acariciando tu espalda, diciendo que algún día las cosas serían más claras. Y cuando tu abuela murió la destrucción te atacó. La destrucción también es una persona, pero es invisible, viene sin aviso. Fui a visitarte al funeral pues deseaba que supieras que alguien estaba junto a ti, y que comprendieras que siempre lo estaría. Entonces, en el hospital. Fue un sentimiento hermoso. No sabía que allí estarías. Me llenó el alma de buenas emociones. Entendí lo mucho que te adoraba. ¡Y aquella vez que toqué tu cuerpo! ¡Qué gloria podría compararse! Eras esa perfección que estuve aguardando. De veras quería hablarte, en serio. Pero supe que aún no era correcto. Así que desaparecí, como agua en un día caliente.