-Quédate -pedí, aunque sabía que era no lo haría.
-¿Y si tú vienes conmigo? Mi mundo también es hermoso.
-Lo sé. Pero es tu mundo.
-Pero podemos compartirlo.
-Compartamos éste. Siempre has envidiado a los humanos ¿Por qué no te conviertes en uno?
-¿Y quién cargará con las almas de los fallecidos?
Se escuchó un ruido muy fuerte.
El sol había caído.