Me perdí en sus ojos por varios segundos. Nos quedamos en silencio mirándonos hasta que la tetera me llamó con aquel molesto ruido.
Me puse de pie y serví el café en dos tazas.
-¿No me temes? -dijo de la nada. Voltee a mirarlo. Parecía que guardaba aquella pregunta hacía mucho tiempo.
-¿Por qué lo haría? -respondí -eres lo más real que he tenido en la vida.
-Que irónico -y rió entre dientes. Yo reí con él.